domingo, 30 de julio de 2017


                                 
                                                             
                                                Dedicado a la Margamaga, quien pudo haber estado allí



Tunguska, región de Evenkia, Siberia rusa
30 de Junio de 1908; 7:17 hora local

El campesino de la tribu Tungus, Vassili Ulich, se había levantado temprano esa mañana, como todos los días, salió abrigado de su yurta y fue al corral de los renos por leche.
Los animales estaban inquietos, corrían de un lado al otro del corral sin motivo aparente. Vassili esforzó la vista hacia todos lados para certificar que no había lobos u osos cerca que asustaran a sus renos... pero lo que vio lo intrigó mucho.
En el cielo veía como una especie de estrella que cada vez se hacía mas y mas brillante al punto que rivalizaba con el sol que por ser verano estaba casi todo el día visible... de pronto aquella luz fue tan intensa que lo obligó a cerrar los ojos al tiempo que un ensordecedor ruido pasaba por encima de su cabeza; el miedo pudo mas y abrió los ojos para ver como aquella luz era una bola de fuego seguida por una muy gruesa columna de humo que surcaba el cielo pasando justo sobre su aldea en dirección al oeste.
                                     
Segundos después un espeso silencio se abatió sobre la tundra. Los animales enloquecidos saltaban la cerca de madera mientras el campesino solo podía mirar hacia donde el bólido parecía dirigirse, entonces otro brillo, pero miles de veces mas intenso lo cegó y un formidable movimiento del suelo pareció quitarle la nieve debajo de sus botas,  haciéndolo tambalear; fue entonces cuando vio un gigantesco árbol de fuego y humo crecer como un colosal monstruo desde el lugar donde nació aquel relámpago llegando hasta el mismísimo cielo.
El tungus se encomendó a Mikkulai, su Dios,  pensando que Nga, el Dios de la muerte lo venía a buscar en persona... pero no fue un dios lo que llegó sino la poderosísima onda expansiva de la explosión mas colosal que se hubiera registrado hasta ese momento.
Jamás se volvió a saber del campesino ni de su aldea.
La explosión barrió con dos mil doscientos kilómetros cuadrados de bosques reduciéndolos a nada junto a todo lo que allí vivía. Fueron cuatrocientos kilómetros del radio de la explosión los que quedaron diezmados y las consecuencias de ese día se vivieron en todo el mundo.
Nada se pudo siquiera acercar a ese lugar durante muchos años.
No fue sino hasta 1921 que el científico Leonid Kulik llegó hasta las cercanías de aquel sitio y pudo ver con sus propios ojos la magnitud de la devastación... pero los guías Nenets no lo dejaron llegar mas allá, ni siquiera aproximarse al lugar exacto, ya que según sus creencias ese lugar era la tierra del mal, representados por manadas de lobos enormes que solo esperaban que algo se acercase allí para devorarlo...
Muchas expediciones intentaron llegar.
Solo una lo lograría por tierra.

Zona norte del Gran Buenos Aires, Argentina
En la actualidad   

Como llegué a formar parte de esa expedición?... quizá el destino, la suerte o simplemente haber estado en el lugar y momento preciso. Lo cierto es que reunía en mi persona varias condiciones... soy fotógrafo “de rollo”, de aquella generación que NO usaba cámaras digitales que hacen todo por uno, sino que había que pensar cada toma y saber como hacerlo, sumado a mi condición de prepper, como dicen ahora, experto en sobrevivir en la naturaleza y además haberme desempeñado en la seguridad de varios documentales a través de mi conocimiento de armas ligeras y alertas tempranas, lo que me llevó al lugar exacto. Y con las condiciones necesarias.
Una llamada de unos amigos catalanes que se dedicaban a los documentales para el Nat Geo y los nodos de Discovery me puso en una reunión en uno de los hoteles del centro.
Había allí varias personas que no conocía, excepto a una exobióloga americana con la que había participado de una misión de rescate de unos camarógrafos en Dakota del norte el año anterior, todos estaban alrededor de una mesa con infinidad de mapas y laptops funcionando y discutían acaloradamente.
Cathy, la exobióloga me reconoció de inmediato y se acercó a saludarme...
              Dany, que alegría verte!!!! no me digas que participarás del grupo....? bravo!!! me sentiré mas tranquila...
              Hola Cahty, le respondí. La verdad no tengo idea de que se trata, recién acabo de llegar...
Me miró intrigada pero no alcanzó a responderme, un hombre alto de bastante edad se me acercó junto a Gonzalo, el catalán que me había llevado allí.
              Entiendo que es usted Daniel Pratt, encantado de conocerle, me dijo en inglés, mi nombre es Percival Withaker y soy presidente de MUFON Oregón, bienvenido... me estrechó la mano y me presentó al resto de los presentes.
Además de la pareja de catalanes, la exobióloga, el hombre alto y yo, había allí otro hombre y dos mujeres, de las cuales una era de color y la otra muy alta y de aspecto nórdico. Todos ellos expertos, además y según supe después, en temas paranormales.
              Augusto Menises, se presentó uno de ellos; soy astrofísico de Yale
              Encantado de conocerte Daniel, mi nombre es Alina Brown y soy geóloga de Princeton
La mujer restante, que era al menos media cabeza más alta que yo, se acercó silenciosamente y por su andar descubrí que era militar o algo por el estilo, me dio la mano firmemente mientras me escrutaba con unos profundos e inquietantes ojos celeste claro.
              Mi nombre es Irina Pavlova, soy experta en seguridad y médium..
              Encantado Irina, le respondí sosteniéndole la mirada, por su acento descubrí que, a pesar de su nombre y aspecto, era ella brasileña.
El hombre alto nos invitó a acomodarnos alrededor de la mesa de trabajo y dirigiéndose directamente a mí me dijo, siempre en un inglés muy americano:
              Bien, amigo Daniel, creo que aquí es el único que no sabe aún de que va esto, así que lo pondremos al tanto... estamos organizando una expedición a la estepa rusa, mas precisamente a la zona de Evenkia en plena Siberia central...
              Bien, le dije sin cortar su discurso.
              La idea es llegar al lago Cheko, el epicentro exacto de la explosión de Tunguska, en la primer década del siglo veinte, conoce la historia...?; asentí con la cabeza, por lo que prosiguió: varias expediciones han tratado de llegar allí por tierra, empezando por la de Kulik, pero aun nadie logró fotografiar el lago ni tener muestras geológicas del área por tierra, solo se logran imágenes aéreas muy restringidas por los rusos y las imágenes que nos aporta la NASA, así que planeamos llegar allí y nos gustaría contar con su ayuda, tanto Gonzalo y Patricia, como Catherine nos han hablado muy bien de usted y la gente de MUFON North Dakota nos lo recomendaron muy especialmente, que opina..?
              En principio me gusta la idea, pero comprenderá que es un trabajo difícil y sobre todo, largo en el tiempo, mas que nada para alguien con familia, dado lo que veo en sus mapas, además está el tema de los costos...
              Por ello no hay problema, Hangar Uno financia la expedición y le aseguro que su contrato lo dejará mas que satisfecho...
Luego de aclarados los temas financieros cuyos detalles no vienen a cuento, resolví participar de aquella aventura que me llevaría a uno de los lugares menos explorados del planeta, y donde sucederían cosas que aún resuenan en mi físico, pero principalmente en mi alma.
El plan era simple, trasladarse por aire hasta Múrmansk desde Barcelona (que es donde primero todos nos reuniríamos), a través de un vuelo de Aeroflot. De allí  en otro vuelo interno hasta Norilsk; donde en un helicóptero militar alquilado -parece que allí los militares tienen verdadero sentido comercial...- hasta la pequeña aldea de Baykit donde nos esperarían un guía local y un militar ruso que nos acompañarían en el viaje, cuando mencioné que no había tenido buena relación con  los militares rusos en uno de mis viajes, me respondió:
              No hay manera de evitarlo, Dany, es la condición que se nos impuso para autorizar la excursión, además, YO MISMO deberé quedarme como una especie de rehén o garantía en Baykit con otro militar que estará en contacto con el primero...
              Delicias de la ex soviet union... remarqué con sarcasmo.
El viaje se programaba para la segunda semana de Diciembre, que es cuando allá esta terminando el otoño y aun no comienza el durísimo invierno siberiano, duraría entre 21 y 45 días en total...se hacía así para evitar los osos hambrientos, ya que estaban próximos al encame y lo suficientemente alimentados como para no vernos como comida, a los insectos, -que en esa región de la tundra a veces hacen que los exploradores prefieran volarse la cabeza antes que seguir soportando que se les metan hasta debajo de los párpados ( lo que ocurre con las eclosiones de larvas  y crisálidas en primavera- verano); pero sobre todo para evitar el acoso de los lobos, que ya tienen a los cachorros avanzados y no nos verían como enemigos potenciales, recordando que los lobos de las estepas son de los mas grandes y fuertes del mundo. Los catalanes se encargarían de filmar las alternativas de la misión,  una en soporte digital y el otro en soporte de celuloide, cosa que se hacía siempre, ya que en ocasiones -estos grupos investigan fenómenos extraños en los que frecuentemente se encuentran involucradas fuertes energías electromagnéticas que literalmente achicharran los equipos electrónicos, no así las viejas películas de celuloide que permanecen intactas-,  siendo justamente esa, una de las condiciones que me pusieron en la aventura.
La exobióloga, el astrofísico y la geóloga se encargarían del núcleo de la investigación (cuya totalidad de detalles no me revelaron), yo de la fotografía de rollo y la seguridad del campamento, junto a la brasileña de origen ruso, que según supe luego, era una ex integrante del BOPE, el temido cuerpo policial brasileño, que haría también la fotografía digital y oficiaría de traductora, ya que hablaba en perfecto ruso. De la logística se encargaría el hombre de Oregón que permanecería en Baykit y sería el enlace de la información que enviáramos desde la zona cero con los organizadores de la expedición.
Todo parecía sencillo.
Nada más lejos de la realidad.

Ciudad de Buenos Aires.
Diciembre

La Bope (así llamábamos -sin esforzar la imaginación- a la brasileña ) se quedó en Buenos Aires para ayudarme a organizar el material que debíamos transportar y sobre todo para ver que tipo de armas nos permitirían llevar los rusos allá, ya que de ninguna manera entraría al bosque siberiano sin armas lo suficientemente eficientes como para parar a un oso. La realidad es que esta mujer, físicamente idéntica a la modelo Ingrid Grudke, quería conocer el país y divertirse un poco, habiendo dejado al grupo policial brasileño en bastantes malos términos, ya que su condición de médium, le hacía muy doloroso trabajar junto a compañeros cuya muerte intuía días antes... eso sin contar con un controvertido divorcio (le había quebrado un brazo y dos costillas a su ex marido) por lo que no quería regresar a Rio.
La cosa no prosperaba, los rusos dejaban entrar solo PARTE del equipo electrónico pero no armas, y yo no viajaba sin mi Glock y mi Remington 870 así que fuimos al hotel donde se hospedaba el hombre de Oregón a comunicarle la novedad. No iría a ninguna parte sin poder defenderme.
              Quédese tranquilo Daniel, me dijo con mirada cómplice, los rusos son antes que nada buenos comerciantes... solo díganos que es lo que necesitan por escrito y lo tendrán en Baykit antes de partir con los guías locales.
              Está seguro Percival?, ya estuve antes en esas tierras y son gente difícil...
              Olvídese, está todo arreglado.
Con la promesa del director del proyecto me ocupé la siguiente semana de distraer a la ruso-brasileña y junto a ella armar los esquemas de seguridad del campamento y los traslados, basados siempre en la hipótesis de osos-lobos y posibles aborígenes hostiles, ya que si bien los Nenets eran amigables, otras comunidades del Yakutsh no lo eran tanto, y siempre teníamos en mente lo sucedido con los estudiantes rusos en la Montaña de la Muerte y el paso Dyatlov. Ni Bope ni yo permitiríamos que pasara algo así en este viaje.
Transcurridos unos días sin mayores aristas, con pasaportes y visas en forma, Bope y yo abordamos un avión en aeroparque con destino a San Pablo, donde en otro vuelo llegaríamos a Barcelona, el primero de nuestros destinos.
Pero como todo el tiempo en este viaje, sufriríamos un revés que de no haber sido casi determinante, hasta hubiera parecido risueño: tengo por costumbre llevar en mis viajes una determinada cantidad de jugo en polvo soluble de limonada, ya que no me gusta la crudeza del agua que es provista de arroyos u otras fuentes a través de los filtros biológicos Sawyer o los Lifestraw ( que le dan un particular sabor metálico), así que calculando los días máximos del viaje llevaba sesenta sobres de jugo. En el aeropuerto de San Pablo fuimos detenidos y derivados a inspección a fondo en el pre embarque, y no había manera de convencer a los policías aeroportuarios de que se trataba solo de jugo de limón, máxime cuando viajábamos prácticamente sin equipaje, dado que seríamos provistos de todo en Barcelona... no surtió tampoco ningún efecto las protestas de Irina que los insultaba en todos los tonos del portugués. Tuvimos que abrir uno por uno los sobres y hacerles la prueba de narcóticos, no convencidos aun así, nos pasaron a ambos por escáneres para ver si no llevábamos alguna carga dentro del cuerpo. Toda esa pérdida de tiempo determinó que no pudiéramos tomar el vuelo de Air France que teníamos programado, quedándonos varados en San Pablo.
Nos comunicamos de urgencia con Percival, quien, muy contrariado, nos informó que de no llegar ese mismo día deberíamos cancelar la expedición, ya que Aeroflot no tenía vuelos diarios a Múrmansk y todo se complicaba. Media hora después nos llama para informarnos que teníamos dos lugares en la primera clase de un vuelo de Emirates Airlines que salía un par de horas después. Describir la cara de las azafatas cuando me vieron embarcar (soy de baja estatura y grueso peso) vestido solo con ropa deportiva y un bolso de mano, acompañado por una mujer de gran estatura, rubia y de aspecto rudo, vestida con pantalones camo y solo una musculosa negra y una chaqueta militar, sería algo imposible... además ÉRAMOS LOS UNICOS PASAJEROS DE PRIMERA CLASE, así que se desvivían atendiéndonos, pensando seguramente que era yo un magnate o mafioso ruso acompañado por una guardaespaldas femenina... fue una situación muy divertida escuchar las propuestas que estas damas me hicieron durante el vuelo...

BARCELONA

Luego del traspié brasileño llegamos sin mayores inconvenientes a Barcelona donde nos esperaba una camioneta con Percy y uno de los catalanes para llevarnos justamente a su casa. Una vez allí fuimos provistos del equipo para la expedición y aquí se produjo el segundo hecho gracioso... Catherine era la encargada de conseguir los trajes anti exposición, que es la vestimenta mas cómoda para el recio frio de la tundra siberiana, y que son como una especie de mamelucos de aviador pero preparados para el agua y el frio extremo; se usan sobre las diferentes capas de ropa que una va poniéndose o quitándose según la temperatura y el esfuerzo físico que se haga.
El mío era de color rojo encendido.
La excusa de la exobióloga mientras me lo probaba, bajo las estentóreas risotadas del grupo, es que no había otro de mi talle... sin mayor esfuerzo pasaron a llamarme Santa Klaus, como “nom de guerre”... afortunadamente el gorro era negro y no rojo con un pompón blanco...
Revisamos cada uno el equipo a embarcar en el vuelo a Múrmansk ya que el mismo partía apenas tres horas después. Mi equipo de fotografía estaba bien, las dos cámaras eran réflex Practika, una marca de la ex Alemania oriental de excelente calidad, para las tomas bajo el agua o en ambientes húmedos nos dejaron llevar una Canon casi prehistórica con cobertura de acrílico... sin embargo mi principal preocupación era el tema de las armas, ya que el bosque siberiano no es precisamente un lugar donde alguien quisiera estar sin algo con que defenderse... no le oculté el problema a Bope, quien consultó con Percy. El hombre de Oregón permanecía impasible, y nos tranquilizaba diciéndonos que el asunto se resolvería en Baykit.
Yo no estaba tan seguro.
Otro tema que no tenía resuelto en este viaje era la navegación por tierra, ya que los rusos solo permitían que lleváramos un teléfono satelital Iridium y el equipo de radio con alcance específico para la distancia Baykit – Cheko, lo que nos dejaba solo el teléfono para emergencias, además los GPS provistos, si bien eran Garmin, porque los de ellos están en cirílico; estos eran de los primeros años del milenio, absolutamente desactualizados y no muy fáciles de utilizar... Jamás entré a un lugar donde no supiera como salir y ese bosque no sería el primero, así que casi a la carrera fui hasta un shop donde conseguí una vieja y clásica brújula militar que sabía usar perfectamente.... y en Múrmansk o Baykit conseguiría mapas de la zona o no entraría al bosque.
Por supuesto tampoco lo haría sin armas.
Abordamos el vuelo de Aeroflot y el contraste con el avión de Emiratos era colosal, era salir de un avión ejecutivo para entrar en un vagón de carga.... estabamos apretujados entre la gente que atestaba el vuelo y las pequeñas butacas, Bope, que ya comenzaba a conocer mi carácter me dio el asiento de la ventanilla que tenía un poco mas de espacio, pero aún así los casi cuatro mil kilómetros que nos separaban de la ciudad rusa fueron una tortura.
Llegamos al aeropuerto de Múrmansk a última hora de la tarde por lo que debimos hospedarnos en un pequeño hotel cercano al aeropuerto. El lugar era prolijo y limpio y las rusas que lo atendían se divertían a lo grande con Bope, con la que hablaban en ruso, y que seguramente les contaría historias cariocas, tan alejadas de aquellas tierras como el calor, ya que se sentía el frio previo al temible invierno ruso. El resto del equipo estaba disperso en las mesas del pequeño comedor, cada uno en sus laptops trabajando en el proyecto. Pero había un detalle que no pasó por alto durante toda la expedición... todo el mundo se acercaba a Alina, la geóloga; era evidente que aquellas personas no estaban acostumbradas a ver gente de color y no lo ocultaban, ella les devolvía la mirada con una sonrisa de su enorme boca poblada de blanquísimos dientes que contrastaban con el ébano de su piel, lo que despertaba variopintos comentarios que no siempre Bope se atrevía a traducir.
Al día siguiente fuimos al aeropuerto y esa vez abordamos un avión que si bien era bastante antiguo y mas pequeño que el anterior estaba vacío, por lo que pudimos acomodarnos con cierta holgura, pero como el vuelo carecía de azafata, las mujeres del grupo debieron encargarse del asunto, acostumbrado a esos menesteres les daba una mano en la preparación de los refrigerios. El avión se sacudía bastante y los dos mil doscientos kilómetros se hicieron más largos de lo aconsejado para mis huesos.
Norilsk es una típica ciudad del interior ruso, prolija y gris, sumamente limpia y como estabamos a las puertas de la estepa, se veían ya personas con los típicos rasgos mongoles y los ojos achinados. El vuelo en helicóptero estaba pactado para el día siguiente así que disponíamos de tiempo para recorrer la ciudad y la presencia de Bope se hizo invalorable ya que no solo hablaba ruso sino que lo leía, lo que nos permitió conocer algunos lugares típicos de la ciudad, obviamente sabíamos que estabamos monitoreados por militares rusos que “casualmente” nos encontrábamos una y otra vez en los lugares que visitábamos. El contraste de la vida rusa con la occidental es notable, pero todos en todo el mundo tienen mas o menos las mismas costumbres, los chicos se ríen con frescura, las jóvenes desbordan belleza y los viejos en general tienen cara de pocos amigos, y tanto en Buenos Aires como en la lejana Norilsk se veía el mismo espectáculo...

BAYKIT
                                              

El helicóptero que nos vino a buscar era un gigantesco y maloliente Mil M6, enorme y con lugar de sobra para el grupo y el equipo, estar allí dentro confieso que era una experiencia estremecedora para todos, ya que si bien habíamos volado en helicópteros antes, hacerlo en ese gigante no era algo común, y ver pasar debajo del mismo kilómetros y kilómetros de arboles entre el ensordecedor ruido de los motores es algo que no olvidaré. Llegamos a Baykit a mediodía y aterrizamos en la parte militar de la pista, como todos los pueblos rusos y debido a sus distancias colosales, tienen en un lugar destacado a sus pistas de aterrizaje, luego de descargar los equipos el piloto arregló -varios miles de rublos mediante- que utilizaríamos el mismo medio para salir de allí al termino del viaje.
                                              
En uno de los hangares nos esperaban los dos militares rusos, y el guía nenet, ambos rusos hablaban perfecto inglés así que no teníamos problemas y Bope se encargaba del guía que si bien originalmente habla el dialecto de su tribu, también hablaba ruso.
Saldríamos a la mañana siguiente a bordo de tres vehículos que alquilaríamos allí mismo y a través de caminos militares -al parecer todos los “peajes” tenían tarifa fija en rublos- llegaríamos a una vieja base militar abandonada de la guerra fría desde donde seguiríamos en motos de nieve que se habían llevado allí desde Vanavara, otro pequeño poblado de la zona, hasta unos treinta kilómetros del epicentro o zona cero, al que deberíamos acceder a pié.
Cuando íbamos camino al pequeño establecimiento donde seríamos alojados aquella noche, me planté delante de Percival y le dije:
              Creo que es hora de hablar del tema seguridad, me aseguró que los rusos proveerían, pero hasta ahora lo único que tenemos para defenderlos son los cuchillos de Bope y mío.
              Quédese tranquilo, Daniel, el militar me dijo que en el alojamiento encontraremos lo necesario.
              Eso espero, Percy, ya que no me moveré de aquí sin armas
              Despreocúpese, fue su única respuesta.
Llegamos a una gran casa que oficiaba de hotel donde la pareja de dueños nos esperaba con comida caliente típica del lugar y que era deliciosa. Pero no podía sacar de mi cabeza aquello que me desvelaba.
Bope rápidamente estableció amistad con los dueños del sitio y al rato reían los tres sonoramente.
Finalizada la cena fuimos al cuarto donde estaban los equipos que nos proveerían los rusos.
Creo que mi cara de decepción era tan evidente que el mismo Percy se sonrojó y le pregunto al militar ruso si ESTAS eran las armas que nos proveerían... dos viejas escopetas de un cañón y un antiguo Mosin Nagant constituían “el armamento” que según ellos era suficiente para repeler osos y manadas de lobos en plena tundra...
Cuando estaba a punto de mandar a Percy, al militar ruso y a la mismísima Siberia al diablo, la cara de Bope se asomó por detrás de la del militar y sonriéndome, me guiñó un ojo...
Callé mi furia hasta ver de qué se trataba. Cuando el militar se retiró a dormir, Bope le pidió algunos cientos de rublos a Percival y salió con el dueño del lugar en su Lada.... una hora después regresó con un gran bolso.
Era como la llegada de un rey mago, dentro de él venían dos AK 47, pistolas Makarov para todos, una excelente escopeta de repetición manual Baikal, y dos novísimas pistolas militares rusas Gsh18 Viking para Bope y para mi... todo ello con suficiente munición como para enfrentar asedios prolongados. Ahora si estaba dispuesto a ir DONDE FUERA.
Antes de acostarnos a dormir, el amable dueño del hostal me dio dos mapas de la zona del lago, uno militar y el otro hecho por gente del pueblo, que cazan en el área de forma clandestina... se lo agradecí con una botella del mejor vodka que pude conseguir en la pequeña ciudad.

LA TUNDRA SIBERIANA
A primera hora de la mañana nos despedimos de Percival, previo testeo de los equipos de comunicaciones y abordamos los tres  vetustos pero funcionales Lada Laika, el primero era manejado por el guía, el segundo por el militar y el tercero por Bope que podía atender las indicaciones que los otros dos le iban dando por el camino. En estos pequeños todo terreno viajamos a los tumbos los doscientos treinta kilómetros que nos separaban de la base militar. Los caminos, sin mantenimiento desde hacia veinte años y con tramos de espesa nieve eran un desafío para los esqueletos de todos, ni que hablar de los míos, que ya pasaban las cinco décadas de uso intenso...
                                       
El paisaje delante, detrás y alrededor nuestro era sencillamente ESTREMECEDOR, fuera de la línea recta casi interminable del camino solo se veía bosque, inmenso, colosal... con arboles gigantescos y tan cerca unos de otros que hace difícil que los rayos del sol lleguen al suelo... he estado en bosque espesos, como en Oregón, Nebraska, Neuquén o el norte de Canadá, pero jamás había visto algo así, sobre todo porque este bosque es completamente virgen, y sinceramente dudo que alguna vez, salvo esporádicas pasadas de naturales de la zona, algún humano los haya atravesado.
Mientras repostábamos combustible que llevábamos en bidones metálicos nos llegó el primer anuncio que aquella aventura no sería un paseo... comenzó primero suavemente, como un murmullo lejano que se acercaba lento y ondulante.
En unos segundos todo aquel bosque estalló en aullidos desde todas las direcciones y todos los ángulos... Parecía como si el bosque mismo aullara, como si todo allí fuera solo un aullido.
Tenía la piel de gallina y aferraba la escopeta mientras cargaban el combustible, y creo que no era el único, la española, la exobióloga y la morena no se habían bajado de los vehículos pero podía verlas a través de las ventanillas, ver sus ojos espantados. Hasta Bope, tan profesional, se permitió fruncir el seño y mirarme de la misma forma en que creo la miraba yo.
Con miedo.
                                          
Me estremecía pensar que pronto tendríamos que estar CAMINANDO dentro de ese bosque y entre los dueños de aquellos lamentos...
Solo el guía Nenet permanecía impávido vaciando el combustible, sin embargo y como si presintiese mi pensamiento, giró la cabeza y me miró largo a los ojos, en los que descubrí una sabiduría milenaria y que parecían decirme que no serían los lobos el problema...
Llegamos finalmente hasta la entrada de la vieja base militar. Como todo lo ruso, era tosco, enorme y funcional, rodeada de una altísima valla de alambre que antiguamente estaba electrificado, la instalación parecía cortada con sierra en un costado del bosque, ya que a no ser por los 15 metros de terreno libre que la rodeaba no se veía horizonte por ninguna parte... bosque y mas bosque en todas direcciones, solo el pequeño tajo del camino que la separaba de la ruta militar  mitigaba apenas la opresión que causaban aquellos arboles enormes que nos rodeaban.
El lugar constaba de tres edificios y una pista para helicópteros que tenía un viejo tanque en un costado, la torreta estaba parcialmente ladeada y su cañón apuntaba al bosque. El militar que nos acompañaba sacó un enorme manojo de llaves y abrió la puerta de las barracas donde pasaríamos la primera noche, ya habían llegado las motos de nieve desde Vanavara, pero aún no había llegado el helicóptero con el combustible para ellas. Por su parte, estabamos tan cansados por el extenso viaje que aquella obligada parada nos venía de perlas.
                                       
Mientras deshacíamos el equipaje y sacábamos las armas que había conseguido la brasileña, el militar se sorprendió y pretendía comunicarle la novedad a su compañero que había quedado en Baykit, sin embargo, un grueso fajo de rublos que le entregó la exobióloga le hizo padecer de amnesia instantánea...
Con Bope decidimos explorar el perímetro de la base para establecer cualquier hipótesis peligrosa.
              Vaya sitio, me dijo en ese portuñol con acento ruso tan curioso con el que hablaba.
               Y que lo digas... he estado en lugares apartados,  pero este sin dudas se lleva todos los premios, si te perdés en este bosque vas directo al infierno.
              Esperemos que no pase, me dijo la brasileña, cuento con vos para sacarnos de aquí, me dijo mientras sonreía.
Mientras me decía esto, a lo lejos se oía uno de aquellos estremecedores aullidos...
              Creo que este viaje nos deparará mas de una sorpresa, solo atiné a contestarle, ojalá volvamos en un pedazo.
              Pues si no es así, me llevaré varios conmigo, me respondió acerrojando su AK 47.
Una vez comprobado que los alambrados estaban en perfecto estado, curioseamos un poco por las instalaciones, uno de los edificios, evidentemente el búnker, estaba fortificado y poseía estrechas aberturas protegidas por gruesos barrotes y una pesada puerta reforzada, sobre su techo tenía antenas satelitales y de onda corta. El otro edificio parecía ser un depósito y hacia el se dirigió el militar para encender los generadores que daban electricidad a la base.
Un minuto después se encendieron las luces del lugar y se nos acercó para decirnos que tuviéramos cuidado, ya que las cercas estaban nuevamente electrificadas.
Con Bope colocamos algunas alarmas magnéticas que nos asegurarían enterarnos lo suficientemente antes si algo se acercaba a las barracas, ya que estaba oscureciendo y muy rápido.
La barraca estaba dividida en tres espacios, uno destinado a la cocina, otro a comedor con amplias mesas, una biblioteca, bancos, un viejo televisor con una máquina de vhs, una mesa de ping pon, algunos aparatos de gimnasia y un viejo pinball en el que el astrofísico estaba jugando abstraído, y el tercero a dormitorio, con las clásicas camas cucheta.
El guía nenet prefería dormir en una yurta pequeña que traía consigo, fuera del edificio, por lo que le advertí de las trampas con las alarmas. El militar y la geóloga morena parecían llevarse bien y estaban juntos preparando la cena, Catherine estaba con su laptop y Bope, sin soltar su arma, miraba el bosque por el ventanal, solo apenas iluminado por los reflectores externos de la base. Los españoles estaban revisando sus equipos. Realmente era un lugar lúgubre, aislado, que parecía abandonado de toda vida desde hacia mucho.
Me acerqué al capitán para preguntarle por que estaba abandonada aquella base y sin embargo todo funcionaba perfectamente y parecía bien cuidado. Me respondió que en ocasiones científicos de su país venían aquí a hacer investigaciones que él no conocía, pero que la base la habían desalojado luego de unos incidentes en los que casi todos los militares del puesto, excepto uno, habían desaparecido en el bosque. Debe haber notado mi cara de extrañeza ya que inmediatamente me respondió en inglés con marcado acento ruso:
              Fiebre de cabaña, fue lo que me dijo.
La fiebre de cabaña se da en personas aisladas en territorios remotos, las que frecuentemente sufren trastornos síquicos que los llevan a la locura.
              Y que fue del sobreviviente?, le pregunté curioso.
              Se lo llevaron a una clínica siquiátrica, hablaba de luces extrañas en el cielo y lobos, se habrá vuelto loco, especuló; para sacarlo de aquí hubo que traer un helicóptero, no había manera de subirlo a un vehículo de tierra.
              Verdaderamente raro, le respondí.
Bope, desde un costado del cuarto donde miraba la ventana había oído la conversación y me miraba con los ojos grandes e inquietos.
Me acerque a ella y le pregunté si por su condición de médium, podía sentir algo.
              Nada bueno ocurrió aquí... el miedo de esos soldados aun está en las paredes, fue lo único que me respondió, mientras que dejando el fusil a un costado, pasaba una bala a la recámara de cada una de sus dos pistolas.
Cenamos los alimentos rehidratados comentando las alternativas del viaje y planificando los siguientes movimientos en el mapa satelital que traía el astrofísico, cuando desde fuera del perímetro de la base nuevamente oímos primero aquel murmullo distante que se nos acercaba como en oleadas hasta que, como en el camino, todo eran aullidos. Poderosos. Cercanos, como si la base estuviera rodeada de lobos.
Bope y yo nos acercamos a las ventanas mientras todos, menos el militar, se ponían audífonos y escuchaban música para evitar oír aquello...
El guía nenet estaba sentado junto a su yurta y a una pequeña fogata que había encendido; parecía ajeno a todo.
              Que pensás de esos lobos? Le pregunté a la brasileña
              No lo sé, me dijo enigmática.... pero si sé que hay demasiados
Nos retiramos a dormir temprano, extenuados por el viaje. Durante la noche tuve un sueño poblado de lobos y miedo. A pesar de tener la escopeta a mano y la pistola dentro de la bolsa de dormir.
Las luces del amanecer y el ruido de disparos me hicieron saltar dentro de la bolsa.
Al acercarme con la escopeta a la ventana, veo a Bope con los americanos y los españoles haciendo prácticas de tiro con las Makarov, mientras el militar los miraba asombrado a un costado y el Nenet desarmaba su yurta.
              No quise despertarte, me dijo sonriendo Bope, sé que tuviste mala noche.
              En la cocina te dejé el desayuno preparado, me dijo Cathy.  Disfrútalo tranquilo, el combustible aún no llega.
Mientras tomaba el café con unas galletas de cereales miraba por la ventana el tiroteo, el astrofísico se había hecho cargo del otro AK 47 - yo prefería la escopeta- y lo manejaba con solvencia, la morena disparaba bastante bien su pistola y Cathy también lo hacía a la perfección... quienes no podían acertar al blanco eran los españoles, evidentemente ajenos a la cultura de las armas que tenían los americanos, Bope y el militar ruso competían con disparos perfectos.
En un momento dado, el catalán coloca unas viejas latas contra el terraplén del polígono improvisado y al volverse, una flecha pasa cerca de su cabeza para clavarse limpiamente en un círculo amarillo que tenía como etiqueta una de ellas. El guía Nenet usaba su arco con incomparable maestría, aunque llevaba también el Mosin Nagant que nos habían dado los rusos y que le habíamos regalado. Las dos viejas escopetas de un cañón decidimos dejarlas en la base, para que al regreso el nenet las llevase a su aldea.
Ya cerca del mediodía no teníamos noticias del combustible y si no llegaba antes de la media tarde deberíamos pasar otra noche en la base, ya que viajar de noche por ese terreno en las motos de nieve no era una opción.
El astrofísico se comunicó a través de las antiguas e inestables radios rusas con Percy que había quedado en Baykit comunicándole la novedad, a lo que el jefe de la expedición le respondió que habían cerrado el helipuerto de Vanavara sin mayores explicaciones, pero que un Nenet que buscaba a nuestro guía se había ofrecido a traer el combustible por tierra en un viejo camión militar de su propiedad, así que deberíamos pasar otra noche en la base porque el combustible llegaría casi de noche.
Aquel nuevo contratiempo me venía personalmente de perlas, ya que quería fotografiar aquella vieja instalación militar y el tanque, por lo que, luego de hacer unos disparos con las Viking, las excelentes pistolas de polímero rusas, me dediqué a mi oficio. El resto del grupo a la planificación del día siguiente, que aprovecharíamos desde temprano.
El nenet, contrariado, volvió a armar su pequeño campamento y su fogata.
Solo Bope parecía preocupada, algo que no me fue ajeno. Con la excusa de usarla de modelo contra el tanque, le pregunté que le sucedía.
              No me gusta lo que presiento, me dijo seria.
              No me asustes, si alguien COMO VOS tiene miedo, es de temer de verdad... le dije convencido
              Hay algo que no me cierra, como médium puedo ver cosas que normalmente comprendo, pero ahora tengo una gran confusión, y los aullidos ayudan a confundirme aun mas... debiera temerles, pero hay algo en ellos que me confunde, que no me despierta prevención...
Como a propósito, a lo lejos se oía nítidamente uno de aquellos lamentos...
Casi en el crepúsculo oímos a lo lejos el inconfundible sonido de un motor diesel, por lo que nos acercamos a la verja de entrada para ver que se acercaba y poder desconectar el sistema de electrificado para abrirla.
Un viejo y oxidado camión frontal amarillo se acercaba a los tumbos por el tajo en el bosque que oficiaba de camino de acceso a la base, dejando una espesa nube de humo detrás.
Finalmente llegó hasta la entrada y pudimos ver a otro miembro de la tribu nenet casi idéntico a nuestro guía (según supimos luego era su hermano) que traía los tambores de combustible para los Snow cat.
Una vez dentro de la base volvimos a dar energía al cerco electrificado y cuando se terminaba de cerrar el portón me pareció ver un enorme lobo gris parado en medio del camino como a unos doscientos metros de la base. Mientras buscaba mis binoculares en la chaqueta volví a mirar y ya no estaba. Pensando que lo había imaginado, al darme vuelta veo a Bope mirando el camino con gesto extraño. Baja la mirada y me mira a los ojos diciendo:
              Nos están esperando.
              Lo viste vos también?, le pregunté.
              Si, y el que vimos es el alfa, el que manda allí.
                                             
Me puse a pensar si realmente valía la pena el riesgo de enfrentarse a una cantidad no determinada de lobos, que evidentemente no temían a los humanos a juzgar por su líder y así se lo comenté a Bope, pero enigmáticamente solo me respondió:
              Ellos viven aquí, al igual que nosotros, tal vez no sean tan malos ni peligrosos después de todo...
No imaginaba yo en ese momento el alcance que aquellas palabras adquirirían apenas unos días después.
Luego de las presentaciones de rigor, el nuevo nenet que se sumaba al grupo confesó que había hecho los doscientos kilómetros hasta la base SOLO PARA VER SI ERA CIERTO LO QUE LE HABÍA CONTADO SU HERMANO, que una de las mujeres de la expedición ERA TOTALMENTE NEGRA... éstos aborígenes locales jamás habían visto a alguien de color.
Se acercó a Alina y de manera impertinente se quitó uno de los gruesos guantes de piel de lobo y le tocó la cara como para convencerse al mirarse los dedos luego, que la bella mujer NO ESTABA PINTADA DE NEGRO... La geóloga le sonreía , divertida, mientras el nenet le hablaba a su hermano en el cerrado dialecto de su tribu... este último al escuchar aquello, soltó una sonora carcajada mientras en ruso le explicaba el motivo de la gracia a Bope, quien nos lo traducía a todos: el buen hombre había ofrecido comprarle la morena al astrofísico (suponía que Alina le pertenecía),  por un rebaño completo de renos... todos nos reímos de la circunstancia mientras nuestro guía trataba de explicarle que de donde venía la negra, las mujeres no eran propiedad de hombres ni de nadie...

LA TAIGA DE EVENKIA:

Muy temprano en la mañana cargamos los equipos y las provisiones en las motos de nieve y de a dos partimos hacia el SE en dirección al lago Cheko.
La caravana la encabezaban los dos guías Nenets, ya que el segundo había aceptado acompañarnos gratis con tal de tratar de convencer a Alina a acompañarlo a su aldea como esposa; traía un excelente fusil SKS que nos venía bien como apoyo en aquellos parajes hostiles, luego el militar ruso con Cathy, detrás el astrofísico con la morena, luego la pareja de catalanes y cerrábamos Bope y yo, que conducía el Snow cat mientras Bope cuidaba nuestras espaldas con el AK, todas las moto nieves llevaban un trineo con combustible extra y el equipo.
El bosque de la Taiga, por dentro, es un sitio increíble y un espectáculo que no parece de este mundo. El sendero elegido por los guías era una pista de animales, un camino hecho por renos, alces, lobos y osos que usan los escasos pasos entre los árboles y de cierta forma, al transitarlos, los mantienen con  nieve compactada que facilitaba la marcha de los Snow cat, alrededor, delante y detrás, todo era troncos, enormes, colosales, con las copas a mas de treinta metros aquello se parecía a un laberinto de madera, un lugar que para el inexperto se convertiría sin dudas en una trampa mortal, ya que no hay referencias de donde guiarse, ni siquiera se ve nítidamente el sol que solo se filtra a través de aquellas enormes coníferas y escasamente serviría como referencia.
Mientras registraba el trayecto en mi pequeño GPS personal, entendí que no sería demasiado confiable en caso de extraviarnos, ya que por lo cerrado del bosque estaba constantemente buscando los satélites. Así que decidí hacer las cosas a la antigua, mientras nos deteníamos a descansar o repostar combustible, o a realizar las fotos y videos del viaje, que estaba planteado como un documental televisivo, anotaba en los dos mapas que me había dado el hombre de Baykit, el trayecto realizado con las coordenadas de la brújula, que llevaba permanentemente colgada al cuello y marcaba con una pequeña hacha que traían las motos de nieve, los arboles mas notorios para tener alguna referencia visible en aquel infierno de celulosa y nieve.
                                           
Una hora antes del crepúsculo, los guías decidieron hacer un alto para establecer el primer campamento junto a un pequeño arroyo que aun tenía aguas corrientes pues el frio no lo había congelado hasta ese momento. Sería la primera noche que pasaríamos a la intemperie, justo en el corazón del territorio de los lobos y con solo la triple tela de las carpas isotérmicas como barrera entre sus colmillos y nuestras gargantas.
Con Bope decidimos establecer dos anillos de defensa alrededor del campamento mientras el resto se ocupaba de instalarlo. En el primer anillo colocamos cuatro sensores térmicos y de movimiento que cubrían los 360° a nuestro alrededor... en el segundo establecimos un perímetro de hilos de nylon conectados a cuatro alarmas magnéticas sonoras, que nos avisarían si el peligro se encontraba a distancia de fuego. Si ambos perímetros eran vulnerados, deberíamos resolver las cosas como en el viejo oeste... a balazos.
Una vez armado el campamento se decidieron los turnos de guardia, el primero me tocó a mí con Cathy, debíamos vigilar el lugar y mantener las fogatas encendidas.
                                         
Cenamos los alimentos liofilizados en silencio. Todos extenuados por los barquinazos del viaje y aun mas por la inquietud que nos provocaba el extraño SILENCIO de aquel lugar... desde que salimos de la base no habíamos oído ni un solo aullido.
Nada.
Como si los lobos no estuviesen allí... aunque SABIAMOS que estaban allí.
Los catalanes dormían en una de las carpas con la totalidad de los equipos que no podían dejarse a la intemperie, los Nenets en su yurta, el militar ruso en una pequeña y muy sofisticada tienda militar y en la más grande el astrofísico, las mujeres y yo.
Luego de cenar todos se metieron en sus bolsas, mientras Cathy y yo nos cubríamos con una manta térmica sentados junto al fuego pero de espaldas a él, para poder ver entre los arboles cualquier cosa, el astrofísico le había dado su AK, que la americana sabía manejar con solvencia, para apoyo de mi escopeta.
Mientras tomábamos un trago de vodka, la exobióloga me dijo:
              Como en los viejos tiempos, eh Dany? Aunque Dakota al lado de este sitio parece una campiña.
              Así es... jamas había estado en un bosque de semejante tamaño, hay madera aquí para calentar hasta el infierno, le contesté.
              Ojalá hubiese solo madera... dijo tratando de cortar la oscuridad con la mirada.
              Para que estamos aquí, Catherine? Le pregunté serio.
              Eres de confianza por lo que puedo decírtelo. Buscamos una fuente de energía
              Un generador?, sonreí incrédulo.
              No exactamente, es una fuente de energía de volumen descomunal. Desde el espacio hemos podido captar sus destellos en ocasiones, incluso tuvimos un satélite geosincrónico para determinar su posición exacta, estamos seguros de poder hallarla.
              Y que tiene de raro esa fuente, si puedo saberlo?
              Creemos que es de origen extraterrestre, me dijo mirándome profundo a los ojos.
Di otro trago a la botella y me quedé pensando en aquello. Cathy agregó:
              Y mucho temo que no seamos los únicos que la buscamos…
              Como es eso...?.
Las dos horas que nos correspondían por el turno de guardia se pasaron sin darme cuenta. La revelación de la exobióloga me había dado vuelta la cabeza. Una cosa era lidiar con los lobos, el frio extremo de la taiga rusa o bosques descomunales... pero esto añadía un nuevo condimento demasiado inquietante…
Al terminar mi turno de guardia me metí en la bolsa con aquella idea dando vueltas, por suerte en los botiquines de emergencia personal teníamos somníferos, así que debí tomar uno para poder dormir.

LOS LOBOS SIBERIANOS

Al despertar me esperaba Bope con una taza de café humeante y unos bizcochos energéticos.
-      Como pasaste la noche ?, me preguntó con cierta inquietud al haber visto el blíster del somnífero vacío
-      No del todo bien, le respondí sincero, este viaje ya tiene demasiadas sorpresas para mi gusto.
-      Si, algo hable con Cathy mientras preparábamos la vitualla… vaya objetivo el que tenemos…
-      No me inquieta tanto lo que vinimos a buscar sino los dueños de esa cosa
-      Pienso como vos, debemos estar atentos, y no saques el ojo de esa brújula, en este sitio es la única cosa que nos puede dar una ventana de tiempo para prevenir encuentros no deseados…
Mientras el resto del equipo desarmaba el campamento, Bope y yo retirábamos la seguridad perimetral.
Un escalofrío de horror nos subió por la columna al ver no una, sino decenas de huellas de lobos alrededor del campamento que se detenían apenas unos metros antes de los sensores… como si supieran que ellos estaban allí. Nos estuvieron vigilando toda la noche, observándonos desde las sombras.
Decidimos no contar este hecho al resto del grupo para no inquietarlos mas de lo que ya estaban, sobre todo porque desde que salimos de la base no habíamos vuelto a oír ni un solo aullido, a pesar de saber que ellos estaban allí. Sin embargo, el guía estaba cerca nuestro y también vio las huellas, aunque en su gesto impenetrable no notamos ni siquiera un mínimo gesto de inquietud.
Avanzábamos a buen ritmo y si nuestros cálculos no fallaban en un par de días llegaríamos al borde de la zona cero desde donde deberíamos continuar a pié, dado lo irregular del trayecto.
Mientras tanto los científicos realizaban sus tomas de muestras,  el equipo de filmación y nosotros hacíamos lo que nos indicaban; sin embargo ni Bope ni yo dejábamos de controlar el perímetro de trabajo, ni perdíamos de vista a nadie del grupo.
La segunda y tercer noche de campamento se sucedieron sin alternativas salvo que cada vez nos adentrábamos mas y mas en aquel bosque colosal… cada tanto avistábamos entre las sombras a renos, martas, conejos y una variada fauna que ni siquiera sospechábamos que existía en estas comarcas. Y todas las mañanas nuestro campamento amanecía rodeado de huellas de lobos. Como si ellos nos siguieran…
- O como si nos cuidaran…, me respondió Bope, enigmática, al compartirle mis ideas.
Justamente aquella mañana se produjo un curioso acontecimiento que nos indicaba lo cercano de aquellos animales con nosotros.
En uno de los innumerables codos del sendero divisé una enorme mancha color café que se movía entre los árboles. Era un gigantesco oso pardo que estaba hostigando a una loba y sus cachorros; uno de ellos se encontraba lastimado y apenas se movía mientras que su madre y los otros dos pequeños le hacían frente al enorme oso.
Detuve inmediatamente la moto de nieve y con la escopeta hice tres o cuatro disparos que amedrentaron al oso, quien dejó en paz a la loba. El resto del equipo se detuvo en seco y los guías corrieron a ver a que le disparaba.
Mientras tanto la loba tomo entre sus fauces al cachorro herido y mirándome profundamente a los ojos se alejó por entre los árboles con el resto de su cría.
-      Qué fue eso Dany?, me preguntó preocupada la exobióloga al llegar hasta mi moto nieve.
-      Nada serio, solo evité una carnicería inútil, le contesté.
-      Creo que te has ganado una amiga, terció Bope, que miró toda la escena con gesto indescifrable.
Luego del incidente, continuamos el camino sin novedad.
En la mañana en que llegamos al límite de la zona cero, algo nos aconteció.
                                          
Estábamos desarmando el campamento cuando de pronto una masa gris nos rodeó completamente. Al menos un centenar de lobos rodeaban el pequeño claro junto a un arroyo que ocupábamos desde la noche anterior. Bope era la mas cercana a aquellos animales cuando uno de ellos, el mas grande, un animal verdaderamente enorme, y que sin dudas era el mismo que viéramos en el camino cercano a la base unos días antes, se desprende de aquella jauría silenciosa y se acerca a ella… en ese momento el militar ruso levanta su arma y corre el cerrojo enviando una bala a la recámara, al oír esto, el lobo gira inmediatamente la vista hacia él, al tiempo que Bope, levantando el brazo derecho y con la palma hacia el soldado, le grita en ruso:
-      No!!!!!, no intentes nada!!!!
Al escuchar aquello el ruso bajó su fusil, aunque sin sacar su índice del disparador.
Bope se acercó al enorme animal, que la miraba con esa gélida y verde mirada de los lobos esteparios, tanto mis compañeros como yo, estábamos paralizados, si aquella jauría se nos echaba encima en ese momento, nuestro fin era una certeza. Sin embargo aquellos lobos no parecían agresivos, sino mas bien curiosos, moviendo sus hocicos en el aire, seguramente registrando nuestros diferentes olores, pero sin sacarnos de encima aquellas inquietantes miradas.
Solo Bope parecía no tener ningún temor y fundía su celeste mirada en la verde salvaje del macho alfa. Parecían estar dialogando de forma silenciosa y sin mover un musculo ni emitir sonidos.
Finalmente se sonríe y el enorme lobo nos mira uno a uno a los ojos y se marcha… solo en ese momento nos dimos cuenta que todos los animales se habían ido, en ningún momento notamos que ya no estaban.
-      Santo Dios, qué momento terrible, expresó la morena mirando al cielo.
-      Pensé que nos harían pedazos, dijo Patricia, en una mezcla de catalán y español
-      Creo que tendré que cambiarme la ropa interior bromeaba el astrofísico.
Por su parte los Nenets solo se miraban entre ellos, mientras nuestro guía solo repetía la palabra Nga. El soldado transpiraba profusamente a pesar del frio de aquella mañana.
Terminamos de acondicionar las motos de nieve, que dejaríamos allí,  para iniciar la travesía a pie llevándonos el equipo estrictamente necesario, aunque ninguno de nosotros podía apartar la mirada del infierno de troncos que nos rodeaba esperando ver aquella marea gris otra vez.
-      Que fue eso, Irina? Le pregunté serio a la Bope.
-      Creo que nos estaban tratando de advertir algo, me dijo con sus profundos ojos celestes perdidos en su pensamiento. Lo que sí puedo decirte es que no son nuestros enemigos, todo lo contrario.
Aquella enigmática respuesta no contribuyó a calmar la ansiedad que aquel encuentro me despertaba… como si fuera poco comenzaron aquellas oleadas de aullidos que de a poco se acercaban hasta convertirse en un gigantesco lamento. Bope por su parte estaba mas misteriosa y cerrada que nunca.

LA ZONA CERO

                                           

No podíamos creer que no hubiera un solo árbol en pie. Desde el borde de aquella gigantesca depresión solo se veían troncos tumbados, viejos arboles sin ramas y casi petrificados desparramados por todas partes, sin una brizna de pasto entre ellos, solo rocas despojadas de toda vida.
-      Esto es absolutamente fascinante, decían casi al unísono y sin dejar de recoger muestras los científicos.
Por nuestra parte nos olvidamos casi de los lobos y las penurias del viaje ante la sola vista de aquella devastación, que abarcaba hasta donde alcanzaba la vista… cientos de miles de troncos desparramados por todas partes, como si un huracán colosal hubiese destruido aquel bosque, transformándolo en un enorme juego de palitos chinos.
Toda esa tarde la pasamos registrando aquello en video y fotos desde todos los ángulos y todas las formas.
En la noche estábamos rendidos de cansancio, adrenalina y emociones, aquel viaje nos estaba apasionando a todos.
Alrededor de las tres y cuarto de la mañana una feroz luminosidad invadió la carpa donde dormíamos, sino fuera por el profundo silencio, hubiera pensado que nos sobrevolaban varios helicópteros; solo atine a salir de la bolsa y calzarme el traje anti exposición, como puede, me puse las botas y tomando la escopeta corrí afuera.
El militar ya estaba allí, detrás mío salieron Bope y el astrofísico.  Los Nenets tenían aquel turno de guardia.
Juntos pudimos ver luces multicolores que a metros del suelo donde estábamos realizaban impresionantes maniobras sobre nuestras cabezas, los catalanes salieron de su tienda con los equipos de filmación en el preciso momento que un poderosísimo sonido nos obligó a taparnos los oídos con desesperación mientras un extraño ardor por todo el cuerpo nos obligaba a arrojarnos al piso…
                                             
En ese momento escucho disparos, la morena y el militar le disparaban a ALGO que se movía entre los troncos y que no alcanzaba a ver desde donde me encontraba, por su parte Bope intentaba, sin éxito colocar el cargador de su AK. En ese momento veo una figura que intenta atrapar a Cathy que había salido espantada de la tienda en ese momento, sin pensarlo me arrojo sobre aquello, lo que me produce una especie de descarga como la que alguna vez experimenté con anguilas eléctricas. Caigo de espaldas al piso y cuando ESO se dispone a atacar mi cuello con una garra poblada de filosas uñas, un disparo del rifle de uno de los Nenets lo arroja hacia atrás. Lugo otro disparo resuena en la noche, y finalmente un nutrido tiroteo aleja aquellas cosas de nuestro campamento. Al mismo tiempo desaparecen las luces del aire, mientras escuchamos unos espantosos sonidos similares al llanto de las brujas de los cuentos infantiles, un sonido verdaderamente difícil de describir y que solo puedo asociar a esto.
Cuando aquel ataque cesa, logro recomponerme, ponerme de pie e intentar ver que había sucedido.
Estábamos todos.
Los Nenets se hallaban de guardia en el momento del ataque y eran interrogados por Bope y el militar ruso. Yo no podía entender como habían pasado por nuestras defensas electrónicas.
Luego de recomponernos, vestirnos y sobre todo ARMARNOS, nos reunimos alrededor del fuego a tratar de encontrarle una explicación a lo que había sucedido.
-      Qué diablos fue esto? Preguntaba la morena
-      Nga, dijo mirando a los troncos en la oscuridad el Nenets que había traído el combustible.
-      Dice que nos visitaron los dioses de la muerte, aclaró su hermano.
-      Dioses? Qué clase de dioses eran estas cosas, le disparé a dos y ni siquiera parecieron enterarse!!! Aulló el astrofísico, estas cosas no son dioses, tienen pies, manos, ojos y nos atacaron!!!
-      Nga, repitió impasible el Nenets mientras calentaba su té.
El resto de la noche se nos hizo imposible dormir, por lo que casi todos esperamos el amanecer reunidos alrededor de la fogata. En los años que llevo viajando por todas partes jamás había experimentado miedo igual.
En la mañana pude comprobar COMO habían vulnerado las alarmas, estas estaban literalmente achicharradas, derretidas e inútiles, colgaban de sus soportes…
-      Creo que tendremos que armar nuestras defensas A LA ANTIGUA le dije a Bope, quien me miraba con expresión de temor. Qué te pasa? Que sentís que miras así? Le pregunté preocupado.
-      Creo que no quieren que lleguemos al punto origen, y no creo que haya sido este un ataque aislado, quizá deberíamos volver…
Si Bope, la mujer más bravía que he conocido, pensaba de esa manera, era algo PARA TENER MUY EN CUENTA, por lo que me decidí a hablar con el astrofísico que era el líder del grupo.
Me escuchó atentamente y cuando hubimos tenido todo preparado nos reunió, comunicándoles nuestra inquietud.
-      Vinimos aquí a investigar, dio la morena, no a arriesgarnos a perder la vida.
-      No lo sé, ni siquiera sabemos a ciencia cierta que eran esas cosas, dijo el catalán, aun no puedo entender que nos atacó.
-      Hagamos esto, propuso Cathy, estamos a menos de 7 km del epicentro, si para la caída de la tarde no llegamos, nos volveremos al campamento de las motos de nieve a decidir qué hacer.
Decidimos que eso es lo que se haría. Solo sería una noche más en aquel páramo, así que apuramos la marcha.

EL LAGO CHEKO


                                               
Es indescriptible la sorpresa al pasar un elevado promontorio que nos separaba del lago Cheko. De repente el páramo de árboles muertos dio paso a un VERGEL, una espesa selva que de ninguna manera correspondía a la tundra y al recio frio siberiano, crecían allí vegetación y árboles de climas cálidos, y la temperatura era unos 15 grados superior a la que veníamos registrando de menos 5/7 grados durante todo el trayecto.
-      Esto sí que no me lo esperaba, dijo la exobióloga, las imágenes de satélite hablaban de vegetación muy verde, pero ni siquiera en sueños esperábamos algo así.
-      Fascinante, solo atinaba a decir el astrofísico… obviamente un microclima perfecto.
Tanto Bope, como los catalanes y yo hacíamos arder nuestras cámaras ante aquella explosión de especies exóticas. Los científicos pronto completaron sus recipientes de recolección de muestras. Los Nenets cortaban ramas y hojas aquí y allá que guardaban en sus morrales con expresión de enorme asombro.
El ruso hacia su propio registro fotográfico y grababa sus impresiones en una pequeña grabadora que traía consigo.
En un momento el astrofísico sacó un extraño aparato que conectó a otros y empezó a escudriñar el suelo con este.
-      Es un detector de energía, me confirmó Cathy antes que preguntara…
Bope me miró con preocupación, moviendo su cabeza en signo de negación… algo la tenía inquieta desde el encuentro con los lobos, pero no se abría al dialogo.
Por su parte, tanto los Nenets como el ruso miraban aquel aparato con profunda desconfianza. Aunque lo intentara, el ruso no podía comunicarse con nadie. Las radios estaban muertas.
El clima en aquella hondonada era hasta casi caluroso… nos habíamos quitado los trajes y la mayoría de la ropa de abrigo. Casi sin darnos cuenta la noche se acercaba.
-      Qué hacemos? Nos inquirió el astrofísico. Nos volvemos?
Casi al unísono respondimos que no, nos arriesgaríamos un día más para tratar de encontrar la fuente de energía que los satélites de la NASA habían detectado en el área.
Pero con la noche llegó el recuerdo de la anterior y el mismo nos obligó a extremar las precauciones. Decidimos hacer guardias de a cuatro y pernoctar todos en la misma tienda, dejando otra para el equipo, asimismo, Bope y yo armamos dos perímetros de alarmas no electrónicas (las clásicas latas con piedras dentro), lo que al menos nos daría una ventana de varios segundos si se nos acercaban otra vez.
Aun no teníamos certeza de QUE es lo que nos había atacado la noche anterior, y curiosamente ninguno podía describir a los atacantes.
Casi con puntualidad alrededor de las tres de la mañana volvieron las luces sobre nuestras cabezas y aquellos extraños sonidos parecidos a llantos… sin embargo esta vez las alarmas funcionaron y cada sonido de latas era respondido con dos o tres disparos, así que nada se nos acercó, sin embargo fue una larguísima noche…
Extenuados por la adrenalina, el miedo y la falta de sueño, debimos requerir de algunos medicamentos para poder permanecer despiertos y completar el trabajo durante la mañana. De ser necesario viajaríamos toda la noche pero volveríamos a los snowcats para salir de allí y volver a la vieja base.
Cerca de las nueve de la mañana se produjo el descubrimiento de lo que nos había llevado allí.
El detector del astrofísico pareció saltar de sus manos al apuntar a una curiosa roca con forma ahusada… con un pico de escalador la exobióloga golpeó la superficie que afloraba del suelo y parte de una especie de cáscara cayó, dejando al descubierto, un cristal de tamaño gigantesco y de un color amarillo casi fosforescente. Nos abrazábamos todos con gran júbilo, incluso los Nenets tan cerrados siempre estaban alegres, quizá intuían un pago extra por aquel final feliz.
Lo filmamos y fotografiamos desde todas partes antes que los científicos intentaran cortarte una muestra, probaron con todos los equipos que traían pero no había forma de sacarle un trozo y las horas pasaban. De ninguna manera pasaríamos otra noche en una carpa en aquel sitio.
Fue en ese momento que el guía Nenets sacó de su morral un extraño cincel de color verde flúo, y poniéndole una mano en el hombro al jefe de la expedición lo apartó, apoyando el cincel en el cristal, con un suave y certero golpe de su cuchillo le sacó una rebanada de unos diez por diez centímetros a aquello. Todos sonreímos entre extrañados y agradecidos.
Era tiempo de irnos de allí.

PESADILLA EN LA TUNDRA

Era más de la media tarde cuando decidimos largarnos de allí, no importaba lo tarde que se hiciera, la próxima detención sería en el campamento del borde nevado; por lo que con Bope y el ruso trazamos un camino recto al campamento del borde del páramo, trayecto mas fatigoso por lo escarpado,  pero mucho más rápido.
Lo que no sabíamos entonces es lo difícil que se nos harían esos kilómetros… a medida que avanzábamos y crecía la oscuridad del crepúsculo veíamos destellos de intensa luz desde varios ángulos entre aquellos troncos caídos y un sonido que solo podría ser definido como de trompetas o algo así atronaba el aire. Todos nosotros, incluidos los guías, tratábamos de no pensar en aquello, pero el miedo era más fuerte. Terror sería más preciso decir.
Con varias alternativas peligrosas logramos llegar al borde del páramo y a las motonieves. Cerca de las dos de la mañana mientras los hombres armábamos un circulo defensivo;  Bope guiaba a las mujeres para armar el campamento y fogatas de defensa a su alrededor. Evidentemente ALGO no quería que nos lleváramos esa pequeña muestra meteórica.
En un momento en que estábamos apurando algún alimento para retirarnos a dormir TODAS las alarmas sonoras comenzaron a sonar AL MISMO TIEMPO.
Sin terminar de tragar el bocado que teníamos en la boca tomamos las armas y nos preparamos para lo PEOR.
Un profundo y espeso silencio rodeaba el campamento, donde hacíamos un pequeño círculo apuntando ATODAS PARTES rodeados por las fogatas. Nada se veía en lo profundo del bosque…
En ese instante una profunda y espantosa agitación se oyó nítida a escasos metros del campamento.
Gruñidos,  gritos extraños, aullidos de dolor y otros sonidos de los que no nos atrevíamos a identificar se oían por doquier. Luces y destellos por todas partes nos hablaban de algo MASIVO que estaba pasando a nuestro alrededor.
Describir el miedo en los rostros de la expedición sería imposible, solo nos apretujábamos entre nosotros con las armas aferradas hasta hacernos doler los nudillos y los ojos fijos en aquel pandemonio de gritos aullidos y extrañas luces. Todo aquello duró al menos una hora y se fue acallando paulatinamente al tiempo que los sonidos se alejaban de nosotros.
Fue sin dudas la noche más larga de nuestras vidas, y solo terminó la angustia con la salida del sol.
-      Qué fue esto?, preguntaba el astrofísico con los ojos desorbitados al guía Nenets.
Éste solo lo miraba con los ojos igual de temerosos sin nada para decir.
Luego de un rato logramos recomponernos lo bastante como para preparar algo caliente y comer alguna barra energética. Se decidió que el militar ruso y yo iríamos a ver qué es lo que había pasado ALLÍ AFUERA, mientras Bope quedaba a cargo de la defensa del campamento.
Con extremada precaución salimos de la protección del pequeño claro y nos adentramos en el bosque en dirección al sitio que mas agitación había mostrado unas horas antes.
Con estupor veíamos los inequívocos restos de una batalla… sangre por doquier, ramas y retoños de arboles partidos por fuerzas colosales, troncos quemados como por la energía de láseres y grandes signos en la nieve. También algunos cuerpos de lobos.
Despedazados, vimos al menos unos cinco, y mientras me acercaba a ver con detenimiento a uno, el ruso me dice casi susurrando y en perfecto inglés que me quede quieto.
Por el rabillo del ojo alcanzo a ver a un enorme lobo gris que se acercaba caminando a mis espaldas. Instintivamente estuve a punto de apuntarle con mi escopeta, sin embargo a escasos metros vi a la loba que había tenido el encuentro con el oso y que reconocí por estar acompañada de sus cachorros. Me quedé totalmente quieto y vi como el enorme lobo gris tomaba con infinita delicadeza a su congénere muerto y lo arrastraba suavemente a lo profundo del bosque. Sin darnos cuenta TODOS los otros cuerpos ya no estaban. Cuando volví a mirar a los árboles tampoco la loba ni sus cachorros estaban ahí.
                                       
                                            
Regresamos al campamento y les contamos la novedad. Todos nos miramos y sin necesidad de consultarnos decidimos volver en línea recta y a toda velocidad a la base.
Juntamos solo el equipo esencial, dejando lo demás allí y salimos a toda velocidad por la senda.
Mi idea de marcar los troncos fue verdaderamente providencial ya  que divisábamos las marcas sin necesidad de tomar lectura de la brújula y los mapas por lo que avanzábamos a toda marcha.
Cada tanto Bope me indicaba el bosque y podía ver como éramos escoltados por un nutrido grupo de lobos grises que nos acompañaban a través de los árboles.
Viajamos a toda velocidad parando solo para repostar combustible por lo que a mitad de la madrugada llegamos a la vieja base. Cuando estábamos entrando en ella nos saludó un coro de aullidos desde todos los ángulos del bosque. Pero esta vez no teníamos un sentimiento de miedo, SINO DE AGRADECIMIENTO.
Confieso que estar en la seguridad de la base aún con las recias paredes y las defensas eléctricas no me tranquilizaba demasiado, ya que ahora cobraba verdadera dimensión la desaparición de su guarnición y la locura del único sobreviviente.
Una vez acomodados en el recinto, Augusto uso por primera vez el teléfono satelital para avisar a los organizadores de la expedición del éxito de la misma, por su parte el militar ruso hacía lo mismo desde el interior del bunker fortificado.
-      Terminó, le dije a Bope.
-      Aun no, me respondió enigmática.
Cuando estaba a punto de pedirle que me aclarara su idea, el inconfundible ruido de helicópteros militares rusos atronó el aire.
Todos salimos a ver qué pasaba.
Tres helicópteros aterrizaban en el perímetro de la base.

UN RETORNO ACCIDENTADO SIN FINAL FELIZ

Del interior de uno de los helicópteros bajo un militar de alto rango, mientras que de los otros descendía personal militar y científico.
En perfecto inglés, aquel militarnos dijo:
-      Señores, ha habido un cambio de planes, nos informaba el coronel ruso que mandaba aquella patrulla. Lamentamos comunicarles que su permiso para exploración científica ha sido revocado y se procederá a retirarles todo material y muestras que estén en su poder

De nada sirvieron las encendidas protestas del astrofísico ni las amenazas de invocar a la justicia internacional de la exobióloga.
Nos confinaron A TODOS, incluidos los guías y el militar ruso en el depósito, mientras revisaban nuestros equipos. Con cara de abatimiento el astrofísico veía como le confiscaban el fruto de nuestro trabajo. Sin embargo Bope y la morena se sonreían enigmáticas.
Al rato nos reunieron en el comedor y nos informaron que seríamos INMEDIATAMENTE trasladados a Múrmansk y de allí fuera de Rusia.
Apenas pudimos dormir algunas horas cuando se nos devolvió la ropa y nuestros pasaportes, pero nada más.
Nos despedimos del miliar que nos había acompañado; quien no sabía cómo disculparse por lo que sus camaradas nos estaban haciendo.
Mientras nos llevaban escoltados al sector de pistas, del otro lado de la cerca el enorme lobo alfa nos miraba desde el borde del bosque, Con Bope lo mirábamos agradecidos cuando sonó un disparo a nuestra izquierda, uno de los soldados rusos le disparó errando por lejos, cuando quiso repetir el disparo el lobo ya no estaba.
                                              
Dijo algo en ruso y descargó el arma.
-      Malditos lobos, Tradujo Bope, que tremendo idiota, me dijo en brasileño la ex policía, mirando al hombre con ropa de combate.
Nos subieron a uno de los helicópteros y fuimos trasladados a una base perdida en aquel inmenso bosque. Nos hicieron dormir en un depósito y a primera hora nos subieron a un avión militar que nos llevó a Múrmansk, donde nos esperaba especialmente un avión de Aeroflot  que nos dejó en Barcelona.
En la casa de los catalanes pudimos al fin bañarnos (no nos dejaron hacerlo en la base militar) y sentarnos a charlar de lo acontecido.
-      Todo el sacrificio perdido, se lamentaba Percival, que se hallaba en Barcelona desde el día anterior.
-      Una verdadera desgracia, cuando pensamos en lo que se sufrió para conseguir las muestras.
-      Le avisé que los rusos no eran gente fácil, Percy, debiéramos haber tomado alguna precaución. De todos modos ha sido un viaje increíble, acoté.
En ese momento Bope y la morena geóloga depositaron dos paquetes sobre la mesa.
-      Qué es esto, miraba intrigado Percival..
-      Una unidad de memoria con todos los datos registrados en el viaje y un fragmento de la muestra del meteoro, respondió la geóloga.
-      Como diablos pudieron contrabandear esto? Se preguntaban Percy y el astrofísico mientras desenvolvían el trozo de cristal amarillo fosforescente
La morena Melina sonreía con satisfacción mientras explicaba
-      Cuando llegamos a la base y Augusto hizo la llamada, supusimos que estábamos siendo monitoreados así que con la ayuda del guía Nenets y su herramienta le cortamos un fragmento a la muestra,  mientras Bope copiaba el back up de todos los datos recogidos en el viaje.

Todos nos abrazamos con alegría, mientras miraba intrigado a Bope, pensando donde diablos habían ocultado aquellos empaques, mientras ella me miraba sonriendo sarcásticamente.

Luego de una semana de descanso en España, Bope y yo nos embarcamos en un vuelo de Air France hacia San Pablo, luego de despedirnos del equipo y quedar en vernos en Buenos Aires para una nueva aventura de investigación, pero esta vez en suelo sudamericano.
Durante el viaje charlamos mucho con la brasileña, aunque de aquellas charlas quedé con mas dudas que certezas. Como sea, al llegar a San Pablo intenté convencer a Bope que se instalara en Buenos Aires, ya que tener a alguien de sus habilidades como socia era garantía de éxito seguro; sin embargo, decidió volver a Rio a terminar de cerrar círculos inconclusos de su vida, pero prometiéndome bajar a Buenos Aires a visitarme pronto.
Confieso que ahora, en la quietud de mi estudio, de toda aquella increíble aventura a la que me llevó el destino, rescato un par de momentos de verdadero terror, pero otros de increíble fortuna, SOLO POR EL HECHO DE HABER ESTADO ALLÍ, y conocer no solo un lugar absolutamente extraño a la realidad cotidiana de mi vida, a un equipo excepcional (guías Nenets y ruso incluidos) con los que iría a CUALQUIER PARTE, sino por contar de mi lado con alguien como Bope y lo más curioso y fascinante de todo, con aquel inmenso, gris y poderoso lobo alfa.