martes, 29 de noviembre de 2011

Segunda Chance



Walter apagó las 80 velas con un esfuerzo inaudi
to... sus pulmones no eran los de antaño y le costó mas de lo debido.
Toda la familia estaba allí. Su mujer (que había soplado las 80 velitas unos meses antes), sus hijos, los nietos y las tres
biznietas...Se sentía feliz; llegar a esa edad no era poco, y hacerlo lúcido como el estaba mucho menos... con algunos achaques y un andar pausado y sosegado, la vejez lo iba deteniendo de a poco. El tiempo de los sueños y los proyectos estaba ya lejano en sus recuerdos, el hoy era una cena sencilla, un vino amable en la misma y una cama blanda donde descansar sus cansados (y andados) huesos.
En los sueños (que siempre los había recordado), lucía con frecuencia joven, recordaba con sentida felicidad sus años juveniles... muchas veces lo asaltaban con vívida nostalgia los momentos clave de su vida, aquellos en que todos nosotros, de un modo u otro decidimos el destino de nuestros días, esos momentos donde un si o un no marcan la diferencia entre un destino u otro.
Quién alguna vez no se preguntó: ...que hubiera pasado si...?. Walter también lo hacía con frecuencia. No porque no hubiese sido feliz con su vida, nada de eso... simplemente que ahora, en sus postreros años, pensaba muy seguido en que tan diferente habría sido de su vida si hubiera tomado decisiones distintas de las que había seguido hasta ahora.
El brindis siguió al clásico canto de cumpleaños y luego la numerosa familia se dedicó a arrasar con las delicias que había en la gran mesa central. En un cómodo sillón Walter miraba su enorme familia mientras pensaba que él ahora era mas viejo de lo que habían llegado a ser sus padres y por un momento sus ojos se humedecieron ante la evocación de todas las personas que marcaron de un modo u otro su vida y que ya no estaban...
Sus biznietas lo tomaron de las manos y se lo llevaron al patio haciéndolo olvidar de esos pensamientos.

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Walter estaba fascinado con las hormigas del viejo muro, que esquivaban con matemática precisión las innumerables telas de araña que tapizaban los viejos y enormes ladrillos de adobe... Amilcar desde el otro lado del portón de la vieja herrería abandonada lo llamaba una y otra vez...
- Dale Serenito!, vení de una vez que nos falta uno!
- Voy! Le gritó a su amigo, mientras con la agilidad de un gato trepaba el centenario portón de hierro oxidado que separaba el baldío de la vereda de su cuadra.
Aquel lugar era el paraíso de la barra de pibes de la cuadra, había espacio para jugar a la pelota, un bosquecito para apechugar el terrible sol de esas tardes de verano, el mirador ideal para “espiar” a la gorda C. (una mujer de vida licenciosa que deleitaba a los viejos del pueblo alegrándoles la tarde y el cuerpo)... pero por sobre todas las cosas, aquel espacio era la libertad, así, con todas las letras... lejos de las mamás (Titi era terrible!, la Coca, que no perdía de vista a Amilcar y la abuela del “pato” Manrique, que lo vigilaba con pericia de halcón con solo entreabrir la ventanita de vidrio de la puerta cancel.
La vida de los tres pibes era sencilla y tranquila, en el pueblo los pocos autos eran respetuosos de los picaditos que se armaban en plena calle y cuando la pequeña Marisa llegó al barrio todos la ponían bien visible, así los coches andaban mas despacio...

- Walter, vení a tomar la leche!; la voz de Titi tronaba en la vereda y el Serenito saltaba el alto portón y en dos segundos estaba sentado en la mesa de la cocina, tazón en mano...
Después a hacer los deberes, mientras el Needham blanco y negro (grande como una heladera), mostraba a Pepe Biondi y la familia Telerín...
Osvaldo llegaba puntualmente a las siete y siempre, siempre traía algo para Walter.
En la escuela le iba muy bien, dueño de una inteligencia notable, las actividades le eran gratas y las resolvía con rapidez para poder volver al baldío y así seguir la rutina de juegos y diversión.

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Esa noche se olvidó de tomar las pastillas para la presión así que a medianoche Mónica debió levantarse y traérselas. Ya no pudo volver a dormir. Decidió levantarse a tomar unos mates y mientras miraba el amanecer pensaba en su lejana infancia y en el muro de las hormigas.
De pronto descubrió que la vida se le escurría de los dedos como el agua o las arenas de una playa lejana y entendió que lo mas valioso que tenía eran sus recuerdos... pero siempre tenía esa espina clavada allá en lo profundo, que cada tanto le recordaba con dolorosa sensación que las cosas podrían haber sido distintas, muy distintas.
Su vida siempre fue aceitada y matemática; casado joven había sido padre
también joven... en su carrera había llegado tan lejos como se lo había propuesto y tenía todo aquello que había deseado... pero...
Siempre ese pero, ese sabor amargo de no haber hecho realmente TODO lo que había querido, de haber dejado (y lo que es peor, a propósito) en el tintero cosas que hubieran sido importantes e incluso determinantes en su vida.
Esa mañana su hija mayor le traería los resultados de unos estudios que le había encomendado el médico ya que no se sentía del todo bien esos días.

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- Dale, tirale de una vez! Le repetía Osvaldo mientras sostenía con firmeza el reflector
El disparo de la carabina apenas se sintió en la oscura noche mientras los ojos de la liebre parecían saltar y luego quedarse quietos definitivamente

- Bien hecho, chaval! Le gritaba su abuelo mientras corría a buscar su primera presa de caza. (Lo que no le gustó nada era la sangre del pobre bicho ni el aspecto patético del animalito muerto).
Esa noche cenaron liebre a la cazadora y mientras todos brindaban Walter pensó que aquello no le gustaba, al menos no le gustaba matar... pero que bien se sentía cuando caminaba por el campo con la escopeta doble al hombro!
A mitad de sus estudios secundarios pensaba que carrera debía seguir, pero bueno, eso era algo que por ahora no importaba demasiado.

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Los estudios no le dieron nada bien.
Sus hijos se reunieron y decidieron que lo mejor era internarlo.
- Internarme?... están locos? Ya tengo ochenta, déjenme quedarme en mi casa y en mi cama... no quiero que un matasanos me duerma y la huesuda me despierte a guadañazos!... no señor!... De casa no me saca nadie...
Inútiles fueron los esfuerzos de su mujer y de sus nietos para convencerlo, sus hijos sobradamente sabían que si el viejo decía no, quería decir precisamente eso, NO.
El tratamiento era bravo y los dolores aún mas, pero los aguantaba co
n hidalguía, lo único malo era tener la plena certeza de que eran inútiles... la muerte estaba ya instalada allí y lo esperaba con la paciencia de los que saben ganada la batalla.
Él nunca había pensado en la muerte, ni tampoco le importaba demasiado... pero frente a la certeza de tenerla ahí, al alcance de la mano, lo hacía pensar en ella de un modo diferente...
El creía que ya estaban a mano con la vida, que lo perdido había sido equilibrado por lo ganado... sin embargo estaba siempre aquel ...pero y si?.
Por primera vez aquel viejo dudó un instante de su vida, de lo que había hecho y de donde había llegado.
Pero no había nada que hacer. O al menos eso creía.

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Una calurosa noche de Enero, Walter y Mónica decidieron unir sus destinos, luego de la fiesta donde todos terminaron con mas copas que sangre en las venas partieron de viaje hacia el mar y hacia su nuevo destino.
En el horizonte les aguardaban los hijos, la lucha por formar una familia y los problemas propios de toda pareja.
Fueron exitosos en sus carreras y en sus vidas, logrando formar una linda familia con hijos sanos, y por sobre todo, buenas personas.
Walter era todo lo feliz que un hombre de los 90 podía ser, la época del uno a uno y el tener todo por dos lo hacía trabajar mas de lo necesario y se estaba
gestando dentro de él una sed de ser distinto que pronto explotaría como un volcán imparable.
Su mujer siempre había sido bella (y por entonces lo era aun mas) pero su carrera y los hijos lo habían distanciado un tanto de su compañero... y eso bastó para hacer tambalear todas las convicciones de él.
Negras nubes de tormenta se cernían sobre la familia.

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La salud del viejo se deterioraba a pasos acelerados.

Recluido en la vieja quinta ahora solo podía dar caminatas alrededor del parque y meter sus cansados pies en el primer tramo de la pileta de natación, que desde hacía años era su lugar en el mundo...
Esos momentos de extrema belleza que preceden al crepúsculo le traía
n con nitidez los recuerdos mas olvidados de su vida... y pensaba que distinto habría sido todo si...
La voz de se mujer lo llamaba desde el quincho para tomar unos mates antes de la cena.
Mientras se sentaba en su sillón favorito miraba las aves de la zona regresando a sus apostaderos. Y pensaba en eso de volver...

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Habían evitado la separación a costa de hacer concesiones ambos. Los chicos sonreían felices. La paz había vuelto a la familia y Walter había jurado no volver a las andadas... comenzó entonces una era singularmente fructífera en lo económico y en lo personal... todo parecía salir a pedir de boca y las cosas eran fáciles y divertidas... la época de los viajes, de las carreras de los chicos, de los éxitos de ambos... a eso se sumaba la belleza de los cuerpos y el tremendo poder de la primera madurez, la edad de oro de los hombres donde no hay obstáculo que pueda detenerlo...
No imaginaba que el principal obstáculo estaba a punto de hacer erupción dentro de si mismo, de su propia cabeza...

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Ya no podía sino salir al parque un rato por las tardes... su salud se deterioraba lenta pero inexorablemente y el final estaba ahí, al alcance de la mano.
No sentía miedo, no.
La muerte era algo que le daba curiosidad; y la satisfacción de los años vividos le daba el respaldo de no pensar que fueron inútiles... sin embargo estaba siempre ese pero, esa insatisfacción allá dentro, subyacente, debajo de todo, que como una fina aguja clavada en el alma no lo dejaba enfrentar el fin con la comodidad que hubiese deseado... pero que podía hacer respecto a eso...?; nada (o eso creía).

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Salir de la ACV fue un esfuerzo ciclópeo y titánico que le llevó años... pero finalmente lo logró, logró volver a su rutina de vida y reconoció que su inteligencia estaba intacta... sin embargo empezó a ver las cosas desde otra perspectiva, a tomar la vida con calma, a ver todo desde un óptica mas sana... menos apurada.
Y volvió a ser feliz. Todo se encaminó y entro sin aristas a la segunda madurez, la del medio siglo que ya le pesaba sobre los hombros y el alma.
La aguja de la insatisfacción seguía allí, profunda, con ese dolor apenas perceptible pero por eso mismo angustiante, perverso... que le hacía dudar si lo hecho hasta ahora servía de algo.
El cuerpo le cambiaba, se deterioraba y le informaba de manera clara y contundente que se estaba convirtiendo en un señor mayor. De repente descubrió que las muchachas que antes lo miraban con gestos felinos hoy lo veían como lo que era, un señor mayor.
Descubrir que no había vuelta atrás en lo físico lo desalentó en un primer momento, pero también le hizo descubrir otras cosas de la vida que antes le pasaban inadvertidas. Se volcó al arte que siempre era un pendiente entre sus proyectos. Y le fue bien. También dio rienda suelta a otro de sus sueños y aprendió a volar, a escondidas de su familia y sus médicos que no se lo hubieran permitido.
Y volvió otra vez a ser feliz.
Pero...

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Estaba tan desmejorado que hubieron de poner su cama en el estudio de la planta baja, ya no podía subir las escaleras sin un esfuerzo agotador.
Ahora solo podía ver su amado parque desde el cómodo sillón donde pasaba las tardes. Leía mucho, un vicio adquirido hacia ya tantos años. También decidió repasar las viejas fotografías que él mismo había tomado a lo largo de su vida y que guardaba como el mas valioso tesoro de su existencia. Allí, desde esos cartones descoloridos por el tiempo, las sonrisas de sus seres queridos le recordaban la ruta vivida y los que ya no estaban... también volvió a ver a sus hijos de pequeños y que tan feliz lo hicieron, los primeros nietos que malcrió sin culpa y a sus biznietas que cerraban el ciclo de su vida, que le prolongaban la felicidad de haber logrado ser alguien en el mundo.
Era sábado y el reloj de pared marcaba las tres de la tarde.

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Los primeros nietos de pronto le trajeron el recuerdo vivo de su abuelo Antonio, aquel viejo que había amado, aquel gitano mentiroso y simpático que le marcara la vida para siempre... de pronto se descubrió a si mismo repitiendo el rito de las historias para dormir... el cuento de las gallinitas que creía olvidado para siempre en el arcón de los recuerdos y que ahora brotaba fluido en su boca ante la mirada asombrada de los hijos de sus hijos y se vio a si mismo las manos, imitando a los pollitos, exactamente como su abuelo lo hacía con él... y miró al cielo dando gracias por haberlo conocido y por poder, él mismo, hacer aquello con su sangre, con esos niños que quizá alguna vez recordasen las gallinitas del cuento gitano.

Entonces recordó el medallón que su abuelo le dejara justo antes de morir. Él le había dicho que era mágico, y que una persona solo podía usarlo una vez, por lo que había que ser inteligente y preciso.
Siempre conservó ese medallón, que a pesar de ser de oro nunca terminó en
ninguna casa de empeños, aún cuando a veces las cosas lo hicieran necesario.

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A las tres y veinticinco de la tarde con un gran esfuerzo buscó el medallón del gitano que guardaba en una pequeña caja dentro del escritorio. Mientras lo miraba al brillo del sol que entraba por la ventana pensaba en que sería aquello mágico que su abuelo le contara para poder decidir a cual de sus nietos o biznietos se lo dejaría.
En esos pensamientos estaba cuando un fortísimo dolor en el pecho le cortó el aliento y mientras con sus últimas fuerzas llamaba su compañera de toda la vida, miraba por la ventana como lentamente se desdibujaba el parque en un torbellino de luz tan intensa como cálida.

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Había cortado una ramita y con la misma obligaba a las hormigas a pasar por las telarañas del viejo muro de ladrillos de adobe. En lucha titánica algunas lograban vencer a las arañas, mientras que otras desaparecían para siempre dentro de las madrigueras de los ladrillos... en eso estaba cuando oyó que lo llamaban por su nombre, al darse vuelta vio un viejo de aspecto familiar que estaba detrás de él.
- Cómo te va, Walter? Le preguntó el anciano
- Muy bien, le respondió, vos quién sos?
- Verás, yo también me llamo Walter, y desee tanto volver a ver ese muro que de alguna manera llegué hasta acá
- A vos también te gustan las hormigas? Le preguntó el rubiecito
- Claro, tanto como a vos...
En ese momento a pocos metros se oyó la voz de Titi llamándolo a tomar la leche
- Me tengo que ir, señor, encantado de conocerlo
- Esperá, tengo algo para vos, le dijo mientras le daba el paquete con el medallón
- Qué es esto señor? Preguntó el nene
- Un medallón mágico, espero que te guste
- Gracias! Le respondió mientras saltaba ágilmente el portón se su casa
Mientras tomaba la leche se colgó el medallón y en ese momento se produjo algo maravilloso.
El pequeño Walter recibió todos los recuerdos, vivencias, emociones y experiencias del otro Walter, de él mismo en realidad, pero con mas de 80 años extra vividos...

Por algún misterioso y mágico milagro aquel medallón le había dado una segunda chance... una maravillosa oportunidad de enmendar sus errores, de hallar aquella aguja de insatisfacción y resolverla, de hacer sufrir menos a su gente con sus errores, de no ser engañado ni vuelto a traicionar... pero... querría él volver a repetir la historia? Querría hacer todo otra vez, cambiando algunas cosas, o sería una nueva vida, completamente nueva la que decidiría vivir, con aquel cuerpo de nueve años y la experiencia de un hombre de ochenta...?
Eso era algo que no le importaba en ese momento... volver a sentir el abrazo de su mamá, las caricias de papá y volver a sentir el olor a cartuchera, el de los ciruelos del fondo.... poder volver a correr sin sentir las piernas, trepar, saltar.... todo eso ya valía por si mismo la segunda chance...
En ese momento la voz del “pato” lo llamaba desde el fondo... terminó la leche de apuro y con un “si mamá” frente al pedido de ella de que se cuidara, saltó el tapial del fondo hacia ese baldío donde era feliz, con las mejillas coloradas, y el alma llena de futuro.

sábado, 22 de octubre de 2011

EL ASEDIO

El “mono” Vilar y el “negro” Ceibo nacieron y se criaron en el mismo barrio pobre... ambos compartieron los (pocos) años de la escuela primaria y tuvieron mas o menos las mismas chances en la vida.
El Mono era mas grandote y corpulento, por lo que no tardó en convertirse en el “pesado” del barrio y de ahí a integrar tempranam
ente una banda fue solo un paso. La primera vez que empuñó un revólver supo íntimamente que eso era lo que mas le gustaba en el mundo y las miradas de terror que veía en sus víctimas le provocaba una sensación muy parecida a un orgasmo... en el barrio todos le temían.
El negro en cambio era un pibe normal, criado por una pareja de caseros de una capilla de barrio, era educado y amable, aunque algo
reacio a la hora de poner el cuerpo en el trabajo, de buen físico y de aspecto parecido al actor Wesley Snipes, tenía un singular éxito entre las muchachas del barrio que suspiraban al verlo pasar, siempre vestido con multicolores musculosas.
Entre ambos había nacido la amistad cuando la policía tenía al mono cercado en una casa abandonada una tarde de lluvia y el neg
ro desvió a los uniformados diciéndoles que el que buscaban había escapado por los fondos de su casa.
Desde ese día Sergio Vilar se convirtió en el ángel guardián de Mauro Ceibo.
No pasaba una semana sin que se los viera juntos tomando una cerveza en algunos de los bares del barrio o comiendo una pizza de caja en alguna esquina con amigos. El mono no perdía oportunidad de tratar que el negro s
e uniese a su banda, pero Mauro jamás aceptó, no era muchacho violento y su formación no le hubiese permitido apropiarse de lo ajeno sin una culpa demasiado insostenible.
Sin embargo la amistad prosperaba, e incluso la influencia de los padres de Mauro en cierto modo suavizaron el áspero carácter del mono, al punto que incluso algunos días se lo podía ver sin el revólver en la cintura.

Así los años fueron pasando y el mono reunía mas y mas poder dentro del mundo de la delincuencia, incluso se hizo dueño de una enorme cantidad de dinero luego de un golpe a un camión de transporte de elementos electrónicos donde obtuvo un cuantioso botín que nunca llegaron a ver sus socios, quienes aparecieron quemados dentro del auto robado, bajo un puente de la autopista a La
Plata...
Las circunstancias de la vida los fueron separando bastante y se veían menos a menudo, Mauro había conseguido trabajo manteniendo los parques de un barrio cercano a su casa y eso le permitía vivir con cierto decoro, incluso había comprado una pequeña motocicleta con la que se movía por la ciudad. El mono en cambio siempre se movía en autos último modelo, los que le duraban s
iempre un par de días...
Cierta tarde la Capilla donde se había criado el negro, organizaba un baile familiar para recaudar fondos y el barrio entero se dispuso a pasar un sábado distinto. Todo el mundo se puso sus mejores galas y a partir de las ocho, todos estaban en el salón contiguo a la Capilla disfrutando de los grupos de Tango y música tropical que alegraban la fiesta.
Mauro había invitado especialmente al mon
o, el que concurrió de traje (y sin el arma) aunque bastante enojado porque en la fiesta solo se podía tomar cerveza...
Los bailes se sucedían y el negro y el mono se reían a carcajadas bailando con distintas muchachas del lugar...
Hasta que llegó Andrea

Era la muchacha mas bonita del barrio, hija
de una modista y de padre desconocido, todos la pretendían, pero ella era distante y esquiva, nunca se le conoció novio ni relación... y allí estaba, al alcance del mono, quien siempre la había deseado, pero no tenía las luces necesarias para llegar a ella. Ni el valor de decirle que siempre la había amado. Por otra parte jamás se rebajaría de esa forma frente a una mujer.
Miró a su amigo que estaba distraído mirando a los músicos...
- Te juego cien mangos que no la sacás a bailar, le dijo el mono al negro, señalándole a Andrea.
- Hecho, contestó Mauro que ya tenía varias cervezas mas de lo debido encima...
Y así fue, varias horas bailaron y charlaron olvidándose completamente del mono, que los miraba desde un arrabal del salón.

Ese día algo cambió dentro de él.

Su lealtad a Mauro no cambió, sin embargo evitaba encontrarlo, aún mas desde que Mauro y Andrea se pusieron de novios, para no pensar, para no sufrir lo que él mismo había provocado con aquella tonta apuesta... retomó su “trabajo” y participó en sangrientos robos y tiroteos....se fue curtiendo y haciéndose cada vez mas despiadado.

Una tarde recibió un llamado del celular del Negro
- Mono, necesito pedirte un favor, hermano...
- Pedí, fue la única palabra de Sergio Vilar.
- Me voy a juntar con la Andrea y necesito unos pesos, conseguí un trabajito de casero en el Amancay, el barrio nuevo que están haciendo en los campos de atrás del matadero y necesito algunos muebles... ni bien tenga la plata te la devuelvo, hermano.
- No hay problema, en un rato te mando la plata. Y cortó la comunicación

La cabeza le quemaba... el Mono había amado desde siempre a Andrea... desde chiquita la miraba en silencio y desde lejos viéndola crecer...muchas veces había golpeado hasta hacer sangrar a tipos que se habían atrevido a decirle algo soez...muchas veces había cubierto con su plata la cuenta del almacén o carnicería de la madre de Andrea, pero jamás se había atrevido a acercarse a ella, a confesarle cuanto la quería... y ahora ella se juntaría con el único amigo que tenía, con el único que podía mirar sus ojos sin temor.

Cuanto dolor.

El ocasional chino que atendía el supermercado que asaltó esa tarde sufrió la furia que destrozaba el corazón del mono... y murió de cuatro balazos por la misma razón.

Esa misma tarde le dio el dinero a Mauro y prometió darle una mano con la mudanza. Dos días después apareció con un camión (Mauro no preguntó de donde salió) y cargaron las cosas de ambos para llevarlas al Amancay.

La casita de los caseros era bien pequeña pero confortable, tenía una habitación con dos ventanas por donde se veía la casa principal por una y el alambrado del límite del nuevo barrio y el campo por la otra, una pequeña cocina comedor y un baño. La pareja decía no necesitar mas.

Nadie pudo conocer el dolor del mono cuando ayudó a su único amigo a instalar la cama donde dormiría con la mujer que amaba desde siempre.

Uno de los amigotes que había traído para ayudar en la mudanza miraba con demasiado detenimiento el trasero de Andrea y el mono lo captó.
Después de tomar unas cervezas se fueron sin comer el asado prometido por Mauro, quien no entendía el apuro de su amigo.
El mirón no alcanzó a bajar del camión, una certera puñalada lo dejó sin aire mientras oía las palabras del Mono:
- Así aprendés a no mirar culos ajenos...
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El tiempo fue pasando, las visitas del mono a la pareja se fueron espaciando cada vez mas, pero siempre que los visitaba sucedían dos cosas: aparecía una fuerte suma de dinero en la casita de Mauro; y alguien moría salvajemente acribillado ese día o el siguiente...


En el “campo invadido”, como solía llamar al barrio Mauro, dada la escasez de casas (solo dos mas, además de la que cuidaba, y ninguna habitada permanentemente), las noches se ponían tenebrosas... en la garita de entrada solo un viejo vigilador ( mas de sesenta años y siempre con varias copas “extra”) no le daba a la pareja ninguna seguridad, y algunas noches los ruidos en el campo los asustaban bastante. Incluso una noche oyeron varios disparos en la única propiedad habitada de las cercanías, una pequeña chacra donde vivía sola una mujer de unos cuarenta años que había enviudado recientemente y que no dudaba en usar su escopeta o su pistola cuando algún cuatrero pretendía llevarse un cerdo o un novillo...
Mauro maduraba la idea de conseguir un arma para la defensa de la casa, sin embargo no se atrevía a pedírsela al Mono, ya que, sin dudas, estaría manchada de sangre...
La solución se la trajo una tarde un visitante inesperado.
Walter era un viejo amigo de la familia y conocía a Mauro de chico, por ser amigo de uno de los hijos de él, esa tarde Mauro reconoció la camioneta de Walter cuando recorría el predio...
- Cómo anda don Walter, persona de mi amistad..? le dijo el negro al reconocerlo
- Que haces acá morocho?
- Vivo acá amigo... y usted?
- Ando buscando un lote... ya que sos de acá me podés asesorar...
Y así pasaron la tarde tomando mate y charlando... recordando viejas épocas
En eso volvió Andrea con la moto y la compra
- Gusta quedarse a comer, don Walter?
- Dale... pero yo compro el vino y el postre.
La cena se prolongó en larga sobremesa donde la charla amena se cortó de golpe al oírse unos disparos...
- Quédese tranquilo, don Walter, es la vecina de la chacra que cada tanto dispara para espantar chanchos de dos patas...
- Y vos morocho?, también tirás?
- No... no tengo arma, pero me gustaría poder defenderme, llegado el caso.
- Pero no sos amigo del Mono?, ese te puede conseguir...
- Justamente eso es lo que no quiero.... usted me entiende...
- Si, tenés razón... pero eso es algo que podemos arreglar. Acto seguido se levantó y fue hasta la camioneta
- Mirá, acá tengo este rifle .22 que suelo usar para cazar cuando voy al campo, anda muy bien y no tiene problemas legales... te lo dejo prestado hasta que te consigas algo, no es bueno vivir en un lugar tan aislado sin algo con que defenderse...
También le dejó tres cajas de balas, que el Negro prometió reponer ni bien cobrara. Luego del café, el hombre se retiró y la pareja se preparó para dormir...

Dos días después el Negro estrenó la carabina: dos rateros cruzaron el alambrado escapando de la escopeta de la vecina, pero no contaron con que Mauro estaba despierto y carabina en mano. Por la ventana de la habitación les disparó, lo que aceleró la huida de los cacos.
- Menos mal que tenemos el rifle, le dijo a Andrea esa madrugada, sino se nos habrían metido acá.
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Seis meses después de este incidente, en un oscuro depósito de un desarmadero de autos cinco tipos y el Mono Vilar preparaban un golpe.
- Te digo que la vieja esa va a agarrar un pedazo de guita del finado... la minita del abogado que está haciendo la sucesión me paso los datos, es mucha plata mono...
- Y dónde vive la vieja esa...?
- En un campito atrás del Amancay, el barrio nuevo, encima vive sola, es pan comido...
El Mono frunció el ceño... el solo nombre del lugar donde estaba la mujer que amaba bastó para desconcentrarlo un momento
- Conozco ese lugar, tengo un amigo ahí... también sé que la vieja se defiende bien de noche con una escopeta
- Ya sé, pero somos seis Mono, se la tenemos que dar....
- Y cuando le llega esa plata?
- La minita dice que la va a cobrar el viernes, y ella va a embarullar todo para que sea después de las tres así no la puede meter en el banco...
- Listo. Se hace. Fueron las palabras del Mono... luego siguieron tomando cocaína y cerveza, en ese orden

Ese viernes el Mono se despertó asustado... había tenido una terrible pesadilla donde Andrea lo miraba con asco y lo pateaba... y el no podía ni moverse ni gritar, ni nada... era rara. La piba que durmió esa noche con él (y de la que no recordaba siquiera el nombre) le preparó unos mates en la casilla antes que se levantara, bajo la almohada estaba el .38 listo, como siempre.
Se encontró con la banda en un boliche del suburbio y mientras circulaban las cervezas ultimaron los detalles.
- Ojo que mi amigo vive pegado a ese campo, nadie tira para ese lado, está claro?
- Si jefe, contestaron todos
Vamos saliendo ya son las once.
El grupo subió a la camioneta robada la tarde anterior y prepararon las armas. Un verdadero arsenal.

Solo se les escapaba un detalle. La viuda esa noche tenía visitas. Dos de sus hermanos la acompañaron a retirar el dinero de la escribanía, y uno de ellos era policía. Esa noche se quedarían a dormir en la chacra con la viuda.

A las tres de la mañana la camioneta estacionaba con las luces apagadas a doscientos metros de la chacra y seis hombres con pasamontañas y fuertemente armados bajaban de ella.
Como si presintieran algo en el aire, los perros de la zona, comenzaron a ladrar intensamente, algo que no solo despertó a Mauro, sino también a los hermanos de la viuda...
Diez minutos después se desató un feroz tiroteo entre los ocupantes de la vivienda y los delincuentes... el Mono accionaba su arma hasta tener el caño al rojo, el atraco se salía de madre, nunca contaron con semejante resistencia.
Dos de los hampones cayeron en el acto, otro desapareció por los fondos del campo; un cuarto estaba herido junto a un aljibe y era atacado por los perros de la casa mientras que el Mono y otro mas saltaban el alambrado que dividía el Amancay de la chacra, con el silbido de las balas a centímetros de sus cuerpos...
Tardó un instante el Mono en darse cuenta donde estaba... en el mismísimo patio de la casa de Mauro... miró a la izquierda justo cuando su amigo golpeaba a su secuaz con un trozo de caño de gas...
Giró instintivamente con el revólver a la altura de la cintura hacia el Negro; no tenía intención de dispararle, solo asustarlo para que no golpeara otra vez a su compinche.
Por un instante las miradas de ambos se cruzaron.
Y por la mente del asesino pasaron los mil recuerdos de la infancia que habían compartido... las charlas de madrugada empujadas por la cerveza, las diversiones juveniles y las tardes de pesca... el deseo que siempre tuvo de parecerse al Negro y no ser un malviviente...las risas, las ocasiones que lo había defendido sin que él lo supiera... hasta que su recuerdo llegó a Andrea.
En un instante que no formó parte del tiempo, en medio de todo aquel pandemonio, toda su alma fue solo de Andrea... recordó, en ese instante efímero que solo había amado una vez, solo a una mujer... solo a ella... el dolor indescriptible de saberla en brazos de su único amigo en el mundo... que ironía cruel del destino, él mismo los había empujado a estar juntos... su ÚNICO AMIGO y LA MUJER DE SU VIDA....
Sin pensarlo dirigió el arma en dirección al Negro.
En ese instante algo caliente lo paralizó.
Una aguja de fuego le penetró el pecho justo en el corazón, que al dejar de latir lo dejó sin respiración... lentamente las cosas giraron a su alrededor y pronto se vio en el piso... con el último resto de conciencia vió en la luz del marco de un puerta la silueta amada de Andrea, que con la carabina en la mano y con el cañón de la misma aún humeante lo miraba con odio... con el último aliento solo pronunció una palabra... Andrea.

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Unos minutos después el lugar se convirtió en un hervidero de patrulleros, ambulancias y medios periodísticos, que eran mantenidos a raya hasta la llegada de los forenses, cinco hampones habían sido abatidos aquella madrugada en el solitario Amancay, solo uno se dio a la fuga sin ser hallado.
Los forenses y la policía científica revisaban prolijamente cada cadáver.
Al llegar al último le quitaron el pasamontañas. Mauro y Andrea dejaron caer una lágrima al confirmar lo que sospechaban...
Buscaron los médicos la herida mortal levantando la ropa...
Justo en el pecho, a la altura del corazón, se veía el pequeño orificio de la bala .22, perfectamente centrado en medio de un burdo tatuaje carcelario, con forma de un corazón cruzado con una flecha... y que dentro tenía escrita una sola palabra.
Andrea.

lunes, 29 de agosto de 2011

La travesía Machete – Blest

La desaparición de un joven misionero en las cercanías de Puerto Blest en la provincia argentina de Río Negro abre la posibilidad concreta de la presencia de Pié Grande o Sasquatch en sudamérica, presencias que los mapuches bautizaron como los Seres Alma del bosque de Lengas...

Río N
egro- diciembre de 1957

El topógrafo italiano Augusto Rollatti entregó las cartas y mapas que habían confeccionado durante la expedición de relevamiento topográfico que comandaba. En la dura expresión de su rostro frente al hombre de Gendarmería que recibía los documentos no podía adivinarse los momentos que él y sus hombres habían tenido que pasar. Nunca en los años que se dedicaba a ese trabajo había atravesado una situación como la vivida en los extensos territorios intangibles que habían relevado desde el arroyo Brazo Machete hasta puerto Blest, sobre el lago del mismo nombre, en la provincia de Río Negro, en la República Argentina. Desde luego no pensaban, ni él ni sus hombres, volver a transitar por aquellos bosques de lengas donde el solo recuerdo de los momentos vividos los llenaba de terror...

Río Negro – septiembre de 1996
El guía de montaña y guardaparque Darío Remori alcanzó a divisar las luces de Puerto Blest,... hacia la izquierda, a la luz de la luna, podía divisar el brillo del agua del la
go Ortiz Basualdo, si lograba llegar al filo del cerro y salir del bosque de lengas estaba salvado... corrió repechando el faldeo hasta que su corazón parecía explotar, atrás dejó lo que quedaba de su campamento; solo cargó con la cámara fotográfica donde guardaba la prueba de que no estaba loco...si ellos encontraban su rastro entre las rocas del arroyo estaría perdido, así que decidió cortar unas ramas con su cuchillo e improvisar unos picos de escalador para subir el repecho de la quebrada en línea recta.
Logró subir los trescientos metros casi al borde de sus fuerzas... exhausto, decidió
descansar unos segundos junto a una raíz que asomaba entre la rocas. En el fondo de la quebrada sonaron aquellos extraños aullidos y su cuerpo se atenazó de terror, de un salto se aferró a la raíz y continuó trepando con desesperación, sin darse cuenta que la correa de su Nikon estaba enganchada en una saliente... de un tirón la cámara se desprendió del correaje y rodó unos metros sobre una roca cayendo enseguida al fondo de la quebrada, despedazándose estrepitosamente.
Adiós a las pruebas..
. ahora lo importante era escapar de ellos, llegó al filo justo cuando en el fondo se oía la agitación entre las rocas... ya estaban sobre su rastro, tenía que correr, correr...
La luz del pub indicaba que estaba abierto a pesar de la hora, los poquisimos parroquianos que estaban allí vieron llegar corriendo al andrajoso y exhausto guardaparque que con el último aliento entró en el recinto desplomándose inconsciente... pero vivo.




Ciudad de Posadas, Misiones – En la actualidad


Max Vignatti soñaba despierto
viendo las fotos de los lagos del sur. El intenso calor que hacia en Posadas esa mañana no lo dejaba pensar y se adhería a su cuerpo como una goma espesa y caliente... le costaba respirar.
“No veo la hora de estar allá”, pensó. El programa era sencillo: disfrutar los próximos veinte días de la montaña, de los bosques y sobre todo de no trabajar. Su familia y su novia estaban en absoluto desacuerdo con aquel viaje que planeaba, pero la decisión estaba tomada.

Llegó a Río Negro los primeros días de noviembre. El tiempo estaba limpio y espectacular, poco viento y temperaturas agr
adables, que invitaban a realizar el proyecto que tenía en mente: hacia unos meses había leído que entre el Machete y puerto Blest existían extensos territorios muy poco explorados y de características topográficas bastante suaves que posibilitaban un trekking sin mayores riesgos.
Desde luego hacerlo solo era bastante arriesgado, pero no tenía miedo y su equipo era muy bueno, además tenía un teléfono satelital con el que podía comunicarse con los puestos de gendarmería en caso de emergencia o con quien quisiese.
La mañana del 17 de noviembre se presentó en el puesto del guardaparque para entregar el rol del viaje, algo que era obligatorio para esa zona luego que varios grupos de andinistas desaparecieran en el área en los últimos años.
Él no pensaba escalar, por el contrario, había proyectado la travesía siguiendo la ruta de unos topógrafos italianos que en los 50 habían sido los únicos (eso creía) en recorrer esa área.
El guardaparque leyó el rol con gesto preocupado:
- Por qué eligió esa área para su rol?. Preguntó con rostro serio
- En realidad se me ocurrió porque es un lugar casi no visitado, además el terreno es bastante sencillo y no presenta riesgos para mi.
- Existen otros recorridos igual de bellos para hacer, le propongo que elija la vuelta del Ortiz Basualdo por ejemplo...
- No, gracias, me llevó mucho tiempo planear este viaje y no quiero cambiar ahora... cual es el problema, oficial?.
El guardaparque Darío Remori guardó silencio mientras miraba los ojos del muchacho...después de todo, que podía decirle en realidad...? si le contaba su historia lo tomaría por loco igual que sus superiores al escucharla en el 96...
- Lleva arma?, preguntó mientras llenaba los formularios de rigor.
- Arma?. No, para que un arma?, no voy de cacería... solo tengo mi cuchillo y una pequeña hacha... - Tome, lleve ésta, cuando se presente a la vuelta me la entrega... cuento con ello para cerrar el rol. Le entregó una Browning 9mm, de las “rosarinas”, un arma que Max conocía bien por haber disparado una similar con su amigo Tomás en las calurosas tardes misioneras... le entregó también dos cargadores completos y una caja de 25 balas. Max la aceptó mas por no perturbar al guardaparque que porque creyese que la necesitaría...
- Ok, le dijo, espero no necesitarla...
- Mejor tenerla y no necesitarla que necesitarla y no tenerla... le respondió con un gesto impenetrable el funcionario.
Max se despidió con una sonrisa y subió a la 4x4 que lo llevaría hasta el brazo del Machete...
Esa fue la última vez que alguien vio a Maximiliano Vignatti .....................................................................................................................................


Treinta días después de la última comunicación telefónica de Max Vignatti con su familia en Misiones, los grupos de búsqueda dieron por finalizada la misma, nada se encontró del joven, ni de su equipo.
La familia y su novia decidieron contratar alguien que lo siguiese buscando. Los lugareños coincidieron en que el único que conocía el lugar como nadie era el guardaparque Darío Remori.
- Iré a buscarlo. No es necesario que me paguen, solo necesito que soliciten al Director del servicio que me dé los días necesarios...Intentaré saber que paso con él, le dijo a la joven novia, que con los ojos arrasados de lágrimas le suplicaba una ayuda que no había hallado en ninguna parte.
La madre de Max lo miró largo a los ojos agradeciéndole con la mirada y el padre estrecho fuerte su mano con la esperanza pintada en el rostro.

- Gracias, gracias.... por favor, encuéntrelo... se lo suplico....

- Haré lo que esté a mi alcance, se lo prometo.
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Cinco días mas tarde:


Los disparos del FAL resonaron el lo profundo del bosque de lengas... esta vez el guardaparque tenía con que defenderse y ellos no se acercaban mucho... aunque siempre estaban acechando... esperando el descuido,
el error... el sueño. Siempre.
Había establecido un perímetro de defensa con hilos y latas llenas de piedras, si algo se acercaba sonarían y lo pondrían sobre aviso, de todas formas si en un par de días no encontraba nada debería irse de allí sin cumplir la promesa que había hecho a la familia de Max.
Estaba siguiendo la ruta de los topógrafos italianos como lo había hecho dos meses antes el joven pero no había rastros de él. Solo había encontrado restos de una fogata, algunas latas vacías y un trozo de tela que podría haber sido de una carpa, fuera de eso, nada.
El arroyo estaba cerca y necesitaba agua, tomó el fusil y el bidón plegable y se encaminó hacia el curso de agua... en el bosque se escuchaban esos extraños aullidos por todas partes. Pero ahora no tenía miedo. Solo una furia contenida por muchos años de pesadillas y terror, que habían surgido de aquellas jornadas del 96 en ese mismo lugar.. solo deseaba que alguno se mostrara para centrarlo en la mira del FAL...
Mientras cargaba lentamente el agua miró hacia algo que resaltaba entre unas rocas y la vegetación... al acercarse comprobó que era el correaje de una mochila.

Había hallado la mochila de Max.
En el campamento revisó las cosas. Había algo de ropa, un MP4, algunos alimentos, una cámara fotográfica digital sin baterías, una navaja suiza, elementos de higiene, algunas fotografías familiares, los documentos del joven y una libreta de tapas de hule negro, era ni mas ni menos que el diario de viaje del chico. Guardo todo otra vez en la mochila. Dieciséis horas después estaba en el refugio Trömen, a 11 kilómetros de Blest. Encendió el fuego en la cocina de leña y mientras hervía algo de arroz leyó el contenido de la libreta. .....................................................................................................................................

Día 1

La tarde cerró preciosa y los paisajes son increíbles, ojalá Laura es
tuviera aquí conmigo para ver estos cerros y estos bosques. La belleza es sobrenatural. Voy a preparar algo para cenar y luego intentaré pescar algo en el Machete. Algo raro pasó mientras estaba pescando, primero escuché unos sonidos raros, parecidos a aullidos en lo profundo de la vegetación en la margen opuesta del arroyo. Luego vi moverse sombras entre los árboles, confieso que me dio un poco de miedo y agradezco al guardaparques que me haya prestado la pistola.
Día 2

Anoche dormí intranquilo en mi bolsa con el arma preparada. Pero no pasó nada. Hoy el día esta nublado y parece que lloverá, así que voy a acercarme a la desembocadura del arroyo donde vi una rocas para hacer mi campamento, allí estaré resguardado. Hablé con Laura y mamá. No quise preocuparlas y le dije que todo esta bárbaro. Quizá me haya imaginado cosas, o lo que oí sea normal en los animales de por aquí. Paró un poco la lluvia y pude encender el fuego para cocinar. Hice un risotto de sobre que estaba genial. De postre café con miel y frutas secas.Buenísimo La temperatura bajo bastante y el cielo esta estrellado. La luna esta espectacular pero a lo lejos parece venir otra tormenta.
Día 3

Llueve mucho y estoy encerrado en la carpa. No tengo mucho para hacer pero no puedo escuchar música... cada vez que enciendo el aparato me parece oír los sonidos de la otra noche. Cuando mejore el tiempo creo que me volveré, el GPS no funciona bien y tengo miedo de perder el rumbo. Hable con papá y se rió de mis desventuras, pero se puso contento por el descanso, como siempre su ultima palabra fue “cuidate”. Voy a tener que aflojar con el teléfono porque se esta agotando la batería y en este bosque no veo ningún enchufe. Je Je!.
Día 4

El sol está a pleno. Hoy adela
nté mucho camino. Decidí no usar el GPS porque no está confiable. Solo uso los mapas de los italianos. Son bastante exactos. Lo único que no entiendo son los símbolos raros que hay anotados cada tanto. Que querrán decir? Esta tarde me asusté otra vez. Vi algo entre los arboles que venía hacia mi y le disparé. Escuche unos gritos animales y unas corridas. Volví al campamento y decidí cambiar de lugar. Ahora estoy a unos 27 km. de Blest. Justo en el limite del bosque. Tengo miedo. Estoy con la pistola a mano, algo se mueve en el bosque. No estoy seguro de lo que sea. Les tome varias fotografías. No puedo dormir. Hice varias fogatas alrededor de la carpa para ahuyentar esas cosas. Incluso les disparé varias veces pero no se alejan.
Día 5

Descubrí que los signos en el mapa coinciden con los lugares donde están ellos. Decidí cortar camino para ahorrar unos kilómetros. Estoy verdaderamente asustado. Por suerte tengo la pistola, aunque deberé ahorrar munición, solo me queda un cargador y medio, por suerte el fuego los mantiene lejos. Pero me falta agua para el ultimo tramo. Tendré que volver hasta el arroyo a proveerme. Quien diría que extrañaría la lluvia!!!.

Día 6

Anoche se acercaron a pesar de las fogatas, se llevaron la comida y la mayoría del equipo. No están el teléfono ni el GPS. No me dejaron las cuerdas ni el pico de escalar. Tendré qu
e fabricar uno. Anoche vi la luces del Blest y el Ortíz Basualdo. Estoy cerca. Si llego al filo lo conseguiré. Tengo que viajar liviano así que voy a esconder la mochila con la cámara. Si lo logro volveré, con la gendarmería a buscarla. Creo que logré fotografiarlos, pero se agotó la batería y no puedo verlo. Si no lo logro quiero que sepas que siempre te amé, mi bella Laura, que estoy pensando en vos todo el tiempo. Te amo mi amor! Papi, mami quiero que sepan que son los mejores padres del mundo, los quiero, ojalá lo logre. Si eso pasa juro que nunca mas saldré de Misiones. Son las dos de la tarde. Los veo moverse en la espesura. Solo me quedan siete tiros así que debo apurarme. Maximiliano Luis Vignatti. .....................................................................................................................................

Una lágrima corrió por la mejilla del guardaparque.
Cerró la libreta y empacó las cosas.
Veintitrés horas después estaba en Posadas con los padres de Max.
Les entregó las cosas del chico e inventó una historia mas o menos aceptable sobre pumas y jabalíes salvajes... el padre del muchacho leyó en los ojos del guardaparque la verdad. -
-Dígame por Dios que le pasó a mi hijo!.. le gritó la madre aferrándole la r
opa y con el rostro arrasado de llanto.
- No lo sé señora, hay algo en esos bosques, pero no sé que es. Lo lamento. El padre y la novia de Max lloraban calladamente al otro extremo del living
- Gracias Darío. Nunca olvidaremos lo que hizo por mi hijo. Sabemos que dejó el servicio. Si viene a nuestra provincia sepa que siempre será bienvenido. Le dijo el padre con un gesto de profundo agradecimiento.

- Lo sé, gracias. Adiós.
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Las autoridades de Gendarmería y del servicio de Parques Nacionales jamás dieron una explicación oficial sobre la desaparición de Maximiliano Vignatti ni de ninguna de las otras 23 personas que desaparecieron en el área a lo larg
o de medio siglo. Tampoco se conocieron las fotografías que tomó el joven ni se hicieron comentarios sobre los motivos del alejamiento del servicio del Jefe de guardaparques Rionegrinos Darío Remori.


Ciudad de Villa La Angostura – Hoy



En la computadora personal del Guía de montaña pueden verse las borrosas fotos de varios seres de gran estatura y el cuerpo cubierto de vello... completamente peludos y de aspecto simiesco.... pero con las miradas inteligentes y crueles... con los ojos extraordinariamente lúcidos


sábado, 13 de agosto de 2011

El Desterrado


- Créeme, es una buena oportunidad... es solo por unos meses, hasta que vea la manera de traerte de vuelta; es eso o te quedás sin laburo... Gustavo le decía esto mientras se quitaba
el saco y ocupaba aquel magnífico sillón de cuero de su oficina. Marco miraba fijamente un adorno de cristal sobre el escritorio - Te parece? Por qué allá? No hay otros puntos donde me puedan mandar?
- Vos sabés que eso no es de mi área, contestó Gustavo, yo sólo puedo sugerir... y lo mejor que te conseguí es eso; desde que se decidió la reestructuración de personal hay muchos que se quedan en la calle, da gracias
que pude convencerlos de lo que valés... Marco no miraba los ojos de Gustavo. Recordaba sin embargo perfectamente cuando Gustavo le había suplicado que hiciera algo para conseguirle un trabajo en la compañía de comunicaciones en la que Marco era técnico.
Desde el mismo momento que entró su gran verborragia y su don de gentes lo había hecho progresar en el área administrativa al punto que se
había convertido meteóricamente en gerente de personal. - Y cuándo empezaría?... con resignación y fastidio, Marco aceptaba el traslado estampando su firma en el nuevo contrato. - Mañana mismo si tomás el micro de la tarde. Esa noche Cecilia lo miraba con cara rara, de gesto indescifrable. - Calmate Marco... es por unos meses, lástima que justo ahora conseguí este trabajo y no quiero dejarlo... además está el departamento; si nos vamos los dos perdemos el adelanto del alquiler y el depósito... Marco era el típico hombre invisible. Aquella clase de persona que cuando van al colegio se sientan en las filas centrales, ni al frente como los estudiosos ni detrás como los traviesos. Para los festejos, fiestas o cumpleaños solo era invitado si tenía la suerte que alguno lo recordara o recordase su nombre, ya que con frecuencia ni sus propios compañeros recordaban su apellido.
Como estudiante no era mediocre ni tampoco brillante, pero lo bastante bueno
como para lograr una pasantía como técnico en una importante empresa de telecomunicaciones, en la que quedó como empleado después de recibirse. Su vida era tan anodina como su carácter, vivía solo en un pequeño departamento alquilado y si bien era de aspecto agradable y educado, no se le conocían novias o amistades.
Hasta que conoció a Cecilia.

Una tarde caminaba por el centro cuando escuchó g
ritos de mujer a sus espaldas. Unos delincuentes en moto estaban asaltando a una joven, forcejeando con ella para quitarle el bolso. Sin pensarlo, actuó dándole un golpe a uno de ellos y empujando al piso al conductor de la moto. De inmediato se detuvo un patrullero y los policías redujeron a los cacos.
Así conoció a Cecilia.
Ella quedó deslumbrada con su salvador y al cabo de un tiempo se hicieron novios.
Solo a partir de entonces Marco pareció brillar un poco con luz propia y salir de su ostracismo y gran timidez. Hasta que luego de un año decidieron vivir juntos.
Cecilia se encargó de conseguir un departamento mas grande que alquilaron juntos, y se mudaron a los pocos días.
Mientras tanto Cecilia consiguiera trabajo, él correría con los gastos. .....................................................................................................................................

Una tarde mientras volvía del trabajo en el tren se en
contró con Gustavo, un compañero de escuela que no veía desde hacía tiempo.
- Estoy en la lona, hermano... le había dicho Gustavo sin m
irarlo a los ojos, perdí el laburo por un lío de polleras con mi jefe y ando en banda.... Luego de charlar un rato Marco se sentía fastidiado con el encuentro porque no tenía interés en oír lamentos ajenos, sin embargo le prometió ver que podía hacer, intercambiaron direcciones y teléfonos y Gustavo bajó dos estaciones antes que él
Tres días después al volver del trabajo se sorprendió al oír voces cuando abrió la puertas de su departamento...

- Hola mi amor... acá estoy con tu amigo
Gustavo, llegó hace un rato y le serví un café mientras te esperábamos...
- Como andás querido? Le dijo Gustavo a modo de saludo.

Marco se sintió muy molesto por aquella invasión sin permiso de su ex compañero de colegio y durante la cena (Cecilia lo había invitado a quedarse) se mantuvo callado, solo le dijo que existía la posibilidad de un puesto en la administración.
- Donde sea!!!, todo viene bien...
Marco entendió que para evitar nuevas visitas sin aviso debía hacer algo
, así que recomendó a Gustavo, quien gracias a eso logró entrar en la empresa. En menos de dos años había logrado posicionarse como gerente logrando un salario varias veces superior al de Marco.
Tiem
po después Cecilia decidió que quería trabajar
- Ahora que Gustavo está en personal, tenés que recordarle el favor que le hiciste, yo quiero trabajar!!!
Finalmente Marco cedió y habló con Gustavo. En menos de una semana Cecilia había conseguido trabajo como secretaria ejecutiva.... de Gustavo.
Justo en esos días se corrió el rumor en la empresa que se pensaba reestructurar el área técnica y que varios quedarían fuera.
Y así fue.
Gustavo los reunió una tarde con la mala noticia
- Vos no te hagas problemas, Marco... ya me aseguré de que tengas algo, le dijo en privado.
Ese algo era un puesto en una torre de comunicaciones perdida entre las dunas a pocos kilómetros de Aguas Verdes, en la costa bonaerense. En ese lugar vivían en forma permanente dos técnicos, que tenían libres dos días a la semana, y si bien el sueldo era mas importante que el que ahora cobraba, tenía un gran problema por delante.

- Es solo por un tiempo me dijo Gusti, le confesó Cecilia, en cuanto surja algo te trae de vuelta, tené paciencia...
Siempre había sido una persona paciente, pero esto lo superaba. ..................................................................................................................................

Dos días después llegaba con la camioneta de logística a la torre 7 (que así se llamaba aquel lugar) le había tocado de compañer
o el manco Díaz, un técnico que había perdido la movilidad de los dedos de la mano izquierda en un accidente y al que no querían indemnizar.
El lugar no era feo. Se hallaba a doscientos metros de la playa y a cinco k
ilómetros del Balneario de Aguas Verdes, tenían una camioneta y un cuatriciclo para moverse y la casa tenía todas las comodidades.
Solo que la soledad de aquel lugar abrumaba, en septiembre ni turistas ni mucho menos locales se movían por el arenoso camino que llevaba al pueblo.
Hablaba con Cecilia todos los días. Ella parecía feliz y no demostraba extrañarlo mucho... sin embargo siempre le decía que Gustavo estaba haciendo todo lo posible por traerlo de vuelta. El manco no tardó ni una semana en conseguir una novia en el pueblo y a los quince días decidió mudarse con ella.
- Si hay algún problema vos me llamás por el handy,
yo vengo a la mañana y me quedo hasta las tres, vos hacé lo que quieras, pero a la noche encargate de la torre, que yo me quedo en lo de la Luisa, entendés?, le había dicho Díaz sin mayor derecho a réplica. Los días pasaban y la paciencia de Marco se resquebrajaba.
Solo cuando caminaba por la playa parecía distenderse y sentirse tranquilo, desde ella se divisaba la torre, que lucía en medio de la nada como un Cíclope, que todo controlaba...


En aquel páramo a veces sólo se veía un madero, o un ave... tal la abrumadora soledad en la que había sido desterrado, porque así se sentía; desterrado de sus afectos, su vida y su futuro.

En ocasiones el pecho se le oprimía de angustia, pensaba en Cecilia y la tranquila vida que llevaba hasta entonces y sufría.
Una tarde se sentó en la playa mientras sus ojos se perdían en el horizonte; sintió sueño y se recostó en la arena, dejándose adormecer por el sonido de las olas. Al rato despertó creyendo oír una suave melodía cantada por una fina voz femenina... abrió los ojos mientras en sus oídos se filtraba aquella dulce voz, que se oía lejana entre el viento. Se incorporó de un salto y miró hacia todos lados sin ver mas que soledad y arena. - Debo estar alucinando, pensó. Lo que no podía imaginar es que unos ojos increíblemente azules, los mas azules, bellos y húmedos ojos que jamás se hubieran posado en un hombre estaban fijos en él... Se levantó, sacudió la arena de sus ropas y se encaminó hacia la torre. El manco había viajado a la Capital la tarde anterior a buscar unos electrodos y volvió cabizbajo. No lo miraba a los ojos y le entregó las cosas que le mandara Cecilia en un bolso, - La viste? Como está?... te dijo que me extrañaba? Habían sorteado los turnos para viajar a buscar los repuestos y al manco le había tocado el primero, así que le encargó ir a su departamento y llevarle algunas cosas que había comprado en Aguas Verdes a Cecilia y de paso traer algunas cosas que le había pedido a ella por teléfono.
-Todo bien, Marquito, todo bien... le respondió mientras se subía a la camioneta. Me voy a lo de la Luisa, te veo mañana, pibe.

Esa noche se quedó pensando en la mirada del manco, como si hubiera querido decirle algo si atreverse. Esperó la mañana casi sin dormir para sacarse la duda preguntándole. Pero el manco no vino. Lo llamó desde el pueblo para decirle que era el cumpleaños de la nena de su novia y que se quedaría hasta la tarde.

Fastidiado, Marco se fue a caminar por la playa, único lugar donde se sentía en paz. Mientras caminaba volvió a oír aquella melodía que surgía de una dulce voz femenina. Se detuvo. La voz se oía con claridad, pero mezclada con el ruido de las olas y el viento no se podía identificar de donde provenía.
Buscó entre las dunas, en la playa... incluso mas allá de la línea de la marea, pero solo sus huellas se veían hasta el horizonte. - Me estaré volviendo loco?, pensó.
Entre las olas, la fuente de aquella voz y dueña de aquellos maravillosos y únicos ojos azules lo miraba sin perder detalle de su espalda, sus manos y su caminar lento hacia el cíclope que se veía entre las dunas...
Al llegar, decidió contarle sus alucinaciones a Cecilia y confesarle que estaba harto, que renunciaría y se volvería a la ciudad cuanto antes. Buscó su teléfono y descubrió que por error se lo había llevado el manco, dejándole el de él. Tuvo que buscar en su agenda el número del nuevo celular de Cecilia y que no recordaba. El teléfono sonó dos veces y la mujer atendió... antes que él pudiera pronunciar ni una palabra, escuchó una voz de fondo que decía: - Dónde me pusiste los pantalones que me saqué anoche? Los dejé sobre el sofá y ahí no están... - Hola, hola... la voz de Cecilia tapaba la del hombre. Un rayo de dolor partió el corazón de Marco... una angustia sin nombre y una decepción única se apoderaron de su alma. Cecilia estaba con Gustavo. En su departamento. Traidores.
Marco estaba como loco... tomó su pistola y pensó en quitarse la vida, tal el dolor que no lo dejaba respirar... cuando llevaba el cañón a la sien, volvió a oír la melodía, aquel canto suave y dulce que de inmediato lo relajó, al punto de arrojar distraído su arma en la arena... En ese momento llegaba el manco en la camioneta. - Vos sabías lo que pasaba y no me dijiste nada, desgraciado, le recriminó.
- Que querés que haga, pibe... solo soy un viejo, no me gustan esos líos... todo el mundo sabía que Gustavo le había echado el ojo a tu novia, que se la iba a levantar tarde o temprano... incluso la idea de reestructurar fue de él para mandarte lejos... perdoname, pero si te lo decía se armaba el desastre... se disculpaba el manco mirando la gorra que apretaba con sus manos, mientras de bajaba un vaso de ginebra.

Marco se puso la campera y sacó el cuatriciclo a la paya. Estaba oscureciendo y partió a toda velocidad hacia el mar.
Estuvo conduciendo como loco por las dunas hasta que agotó el combustible, dejó el vehículo en la arena y siguió a pié hasta la línea de las olas. La noche ya estaba cerrada cuando se recostó en la arena con los ojos arrasados de lágrimas, angustia y soledad. Unas manos increíblemente delicadas le estaban acariciando el rostro cuando despertó... la luz del sol de la mañana lo cegó un momento sin permitirle ver quien estaba junto a él. Se incorporó y la vio.
Primero sus increíblemente bellos ojos azules, luego el cabello del color del sol, las manos largas, bellas y finas... el cuerpo increíble, que desnudo se hallaba a su lado. Solo sus piernas eran raras, pero igualmente bellas.

Creyó alucinar... no podía ser cierta aquella sirena. Esa increíble nereida que estaba recostada junto a él

La dulce voz cantaba en un idioma desconocido y lo invitaba a seguirlo hacia las aguas... se incorporó y la siguió entre las olas.
A un mundo feliz donde ya nunca mas volvió a sentir angustia o soledad. .....................................................................................................................................

El manco dio un grito cuando junto con la policía encontraron el cuatriciclo entre las dunas. Un rato antes habían encontrado el arma, que no había sido usada.
Siguieron los pasos de Marco hasta la línea de la playa, fotografiaron sus huellas y los extraños rastros que junto a los de él, se dirigían al agua.
Luego de unos días sin que el cuerpo apareciese, se concluyó que Marco se había ahogado.
Cinco años después de la desaparición de Marco:
La historia de Cecilia y Gustavo había terminado mal, un par de años después del presunto suicidio del técnico de la torre 7, su antiguo jefe de personal había sido despedido de la empresa... corría el rumor que había intentado tener un romance con la amante del presidente de la compañía.
Cecilia había quedado sola, con el tiempo había renunciado a su cargo en la empresa. Sus compañeros la trataban con extrema frialdad ya que la culpaban de la suerte de Marco. Incluso ella misma no se perdonaba aquella infidelidad.

Ese otoño los vaivenes de su vida la habían llevado al balneario de Aguas Verdes y estando allí decidió caminar por la playa hasta la torre de comunicaciones 7, donde Marco había desaparecido.
El sol de la tarde lentamente languidecía por el oeste mientras ella miraba el mar pensando en la buena persona que ella había empujado al abismo.
No imaginaba que un par de ojos increíblemente azules la miraban con indecible rencor desde las olas... y que otro par de ojos, que alguna vez la habían mirado con amor, ahora la miraban con indiferencia mientras nadaban apaciblemente en la marea....