La Bajada 71:
En febrero de 1970 se produjo el mayor desastre ferroviario de la Argentina.
A partir de este accidente ocurrieron innumerables fenómenos paranormales relacionados con él.
Este relato está basado en uno de ellos.
Benavídez, 1° de Febrero de 1970
20:27 horas.
El convoy ferroviario “Estrella del Norte” 1016 procedente de Tucumán
avanzaba a máxima velocidad en dirección a la ciudad de Buenos Aires,
acababa de pasar la estación de Benavídez con luz verde sin sospechar
sus conductores que se dirigían a la tragedia...
No imaginaban que la formación local 3832 se hallaba detenida frente a
la torre eléctrica 71, conocida como la Bajada 71, por un desperfecto
mecánico.
Con el pasaje completo, llevaba detenido mas de 40 minutos mientras el
motorman y el mecánico trataban de reparar el inconveniente.
Lucio Filippi se asomó por la ventanilla para fumar el último
cigarrillo, estaba hastiado del olor a sudor en el interior del vagón,
hacía calor y las estrellas brillaban limpias en el cielo, miró hacia la
ciudad para ver el resplandor de las luces del centro... hacia la parte
trasera del tren solo se veía oscuridad.
De pronto creyó oír el ruido de una locomotora a toda marcha, lo curioso
era que el sonido venía desde atrás del tren y no desde el frente, era
como si se acercara por la misma vía... esforzó la vista y de pronto se
horrorizó. Desembocando de una curva las luces de un tren se acercaban a
toda velocidad...
Gritó con todas sus fuerzas a los pasajeros que compartían con el él
vagón, pero pocos entendieron el gesto desesperado, sin perder un
segundo se arrojó por la ventana y luego del golpe contra las piedras
del terraplén corrió hacia el zanjón de la derecha mientras otros tres
pasajeros saltaban también del tren...
20:29 horas
Los pocos habitantes rurales de la zona oyeron una explosión fenomenal y gritos desgarradores poco después...
La tragedia estaba consumada.
Aquel choque de trenes fue la catástrofe mas grande de su tipo en la
Argentina y cobró 236 vidas, la mayoría de los cuerpos no pudieron ser
recuperados debido a los enormes destrozos producidos, por lo que tres
días después del accidente se decidió incinerar los restos en el mismo
lugar... muchos nunca fueron identificados.
Lucio jamás pudo borrar de su mente y de su alma los horrores que vivió
esa noche, tampoco podía limpiar de su cuerpo la sangre que lo cubrió
cuando ayudaba a rescatar a los heridos, a los mutilados... ni podía
dejar de oír los gritos de dolor y el tremendo silencio que reinaba en
las personas que iban llegando al lugar, horrorizadas frente a lo que
veían...
.....................................................................................................................................
Ciudad de Buenos Aires, HOY:
Germán estaba exultante, decidió gastar los últimos pesos que le
quedaban en la caja de ahorros para festejar la noticia, bajaba los
escalones de dos en dos, ya que la alegría incontenible que sentía por
haber conseguido trabajo en la empresa de seguridad le impedía esperar
el ascensor, tenía la necesidad de correr, de moverse, sonriendo todo el
tiempo y con ansiedad de contarle todo a Andrea, de demostrarle, por
fin, que él también servía para algo.
Desde que había perdido el empleo hacía ya tres años, se sentía poco
menos que un inútil, a los 40 años era considerado un viejo, y solo
conseguía trabajos mediocres y sin importancia, pero este era
verdaderamente bueno, trabajaría como personal de seguridad, recibiría
instrucción en el uso de armas y cuidaría objetivos importantes... se
sentía inmensamente feliz y sin el peso del fracaso sobre sus espaldas
como en los últimos años.
Compró un pollo al spiedo con papas, un postre helado y aun quiso
comprar algún champagne, pero su magro resto solo le alcanzó para una
sidra de marca, no importaba, aun así brindaría con su mujer.
La cena fue fantástica y luego del brindis se encontró físicamente con
ella como hacía mucho tiempo no sucedía, su estima estaba otra vez en
alza y se sentía muy bien.
El siguiente mes lo pasó de curso en curso y de practicas de tiro e
instrucción, las que rindió con honores, pero el día que verdaderamente
se sintió en el paraíso fue cuando le dieron su uniforme y su arma.
Se miraba al espejo satisfecho. Los años de correr todas las mañanas y
gimnasio semanal lo mantenían en excelente estado y lucía muy bien, su
arma era nueva y estaba a su nombre, era una hermosa 9mm con cartuchera
de cordura y tres cargadores, además le habían dado la tonfa, ese
garrote policial con mango, el gas de pimienta de cayena, las esposas y
el handy. No veía el momento de que le asignaran el objetivo y comenzar a
trabajar.
El día finalmente llegó, la empresa para la que trabajaba había logrado
un importante contrato para brindar la seguridad de un mega
emprendimiento inmobiliario conocido como Nordelta, que estaba ubicado
entre las localidades de Benavídez y General Pacheco. Era una ciudad
privada con cincuenta mil habitantes y con todo dentro, centros de
salud, cines, centros de compra, colegios y demás, realmente Germán
estaba feliz, porque el contrato era por varios años en los que él
tendría trabajo seguro.
Le toco una cabina de guardia perdida en uno de los extremos del
emprendimiento, ubicada en el extremo noroeste de la misma,. Pegada a
las vías del ferrocarril y justo frente a una torre eléctrica que todos
conocían como la bajada 71, por lo que su cabina se nombraba igual.
Era realmente confortable, tenía su propio baño y calefacción, un
sillón, elementos para calentar bebidas y un pequeño microondas para
calentar alguna comida, a el le correspondía un horario difícil, de las
22 a las 10 de la mañana, pero eso no le importaba, sabía que a su edad
no podía pretender demasiado, lo preocupaba un poco el hecho que estaba
bastante retirado de todo y para llegar ahí debía moverse en
cuatriciclo... si había algún problema tardaría un rato la ayuda en
llegar hasta él. De todas formas formaba parte de la dotación de la
cabina una escopeta a trombón de calibre 12, por lo que nada debía temer
en cuanto a incursiones de extraños.
Su trabajo era bien simple, debía controlar tres monitores de vigilancia
que mostraban las imágenes de tres domos que podía dirigir a voluntad,
además de veinte sensores de movimiento colocados a lo largo del
alambrado que separaba el límite de Nordelta con el campo y las vías
férreas, las que podía iluminar a voluntad con unos reflectores
estratégicamente colocados allí.
Los primeros días se mantenía bien alerta e informaba de cualquier
anomalía al instante. Sus jefes estaban satisfechos de aquel celo
profesional y buena disposición. Sin embargo, el correr de los días y lo
rutinario del trabajo lentamente iban haciéndolo mas mecánico y
aburrido. Lo que lo mantenía entretenido era ver las actividades de
liebres, búhos y otros animalitos que vivían por allí y que disparaban
los sensores... los seguía con las cámaras e incluso los filmaba como
diversión.
Pero aquella rutina cambió una noche.
Germán estaba escribiendo crucigramas cuando uno de los sensores que
daban a la vía se disparó, de inmediato orientó una cámara hacia allí y
encendió un reflector... nada.
No podía ver nada, solo la niebla baja que flotaba sobre el agua
estancada del zanjón pegado a las vías. Decidió que quizá fuera algún
animal que chocó con el alambre y siguió con el crucigrama.
De pronto saltaron cinco alarmas a la vez, dejo de masticar el sándwich
que estaba comiendo y llamó a la central por handy. Le ordenaron
verificar que pasaba y le avisaron que le enviaban un refuerzo.
Corrió una bala a la recámara de la pistola y un cartucho a la de la
escopeta y colocándose un abrigo salió a la fría noche. Decidió ir
caminando ante la eventualidad que el o los intrusos oyeran el motor del
cuatriciclo y le dispararan.
Llegó al primer sensor y se asustó, el mismo estaba achicharrado,
derretido como si hubiese estado sometido al fuego, apuntando a la
oscuridad con su escopeta recorrió los doscientos metros de alambrado y
puntualmente encontró los otros sensores también derretidos. No vio
cortado el alambrado ni señales de intrusos, sin embargo algo lo asustó,
un sonido indefinible y una luminosidad extraña que venía de las vías
le erizó los pelos de la nuca, apresuró la marcha rumbo a la cabina
justo cuando llegaba el refuerzo, le comunicó la novedad y juntos
certificaron las roturas.
Cuando entregó las hojas del turno a su superior, éste le informo que
reemplazarían los sensores y que la noche siguiente lo acompañaría
alguien de la empresa electrónica para verificar que no fuera un
problema de ellos.
Germán dormía por las tardes, pero esa tarde no pegó un ojo... aquello
que había visto en las vías volvía una y otra vez a su cabeza, no podía
explicarse que podía ser aquello, y esa falta de explicación le producía
miedo. Por suerte esa noche estaría acompañado.
.....................................................................................................................................
Al llegar al trabajo estaba esperándolo su jefe y un hombre viejo que se
identificó como técnico de la empresa de sensores, se llamaba Lucio
Filippi. Juntos viajaron hasta el puesto en el cuatriciclo, a medida que
se acercaban Germán notaba que su acompañante se ponía mas y mas tenso,
al punto que al llegar a la cabina el viejo tenía una palidez insólita y
un gesto de impresión profunda en el rostro.
Germán le preparó un café y le preguntó que le sucedía, que no tuviera
miedo ya que ahí estaban bien armados y podían enfrentar cualquier
situación, sin embargo el viejo le explicó que no era miedo, sino una
vieja angustia, él conocía aquel lugar, cuarenta años antes había
salvado su vida de milagro allí mismo, y los recuerdos de aquella noche
angustiante parecían haber vuelto a él.
La noche se movía lenta, luego de la cena ambos salieron a controlar los
sensores que habían reemplazado la mañana anterior... como precaución,
el guardia llevó la escopeta.
Al llegar a la veja torre algo sucedió.
Un estruendo ensordecedor se oyó y seguidamente gritos y lamentos por
doquier, Germán llamó por handy a la guardia informando del accidente y
corrió hacia la vía, pero el viejo temblaba sin poder cruzar el
alambrado... el guardia cruzó la zanja corriendo y llego al lugar de
donde surgía una luz espectral y extraña... dos trenes se hallaban
colisionados allí y se veían cuerpos y heridos por todas partes... sin
embargo la escena era irreal, las cosas parecían difuminadas... etéreas,
transparentes... quiso ayudar a una mujer que se arrastraba fuera de un
vagón destruido y no pudo agarrarla, su mano pasaba a través del brazo
de la persona sin poder asirlo... era para volver loco a cualquiera
aquel pandemonio de imágenes, gritos de dolor y luces extrañas...
Un mareo profundo le fue ganando mientras una náusea incontenible lo
tumbó de rodillas... a lo lejos veía el movimiento de las luces de los
vehículos de la guardia que se acercaban de prisa... logró incorporarse y
llegar hasta el alambrado justo a tiempo para ver unas extrañas figuras
que rodeaban al viejo de la empresa de vigilancia electrónica.
La escena era tanto o mas irreal que la que acababa de ver en el
terraplén... diez o doce personas (al menos eso parecían) rodeaban al
viejo que lloraba arrodillado mientras ellos se le acercaban... Germán
decidió socorrer al viejo y efectuó tres disparos hacia las figuras que
reverberaban como si fuesen de humo al paso de las balas y volvían a
rehacerse de inmediato... al llegar mas cerca vio con verdadero terror
que las piernas se perdían en el aire sin llegar al piso... flotaban en
el aire y carecían de pies... sus piernas estaban apoyadas en la nada.
Eso fue demasiado... perdió la noción de lo que sucedía y como en un
sueño y desde el piso donde había caído creyó oír voces de ultratumba
que repetían una y otra vez: “Lucio, ven a ocupar tu lugar... Lucio,
ven... eres nosotros y nosotros somos tu... ven... ven...”.
.....................................................................................................................................
El guardia despertó en la habitación de un hospital, no entendía que hacía allí ni porque un policía estaba a su lado...
Los siguientes días fueron una pesadilla, repetía una y otra vez lo que
había visto y vivido, pero notaba caras extrañas y gestos esquivos...
repetía una y otra vez que le preguntaran al viejo técnico, que él había
visto lo mismo, pero solo le respondían con silencio.
Notaba que le inyectaban algo con mayor frecuencia y finalmente ya no podía recordar ni siquiera quien era él...
.....................................................................................................................................
Las investigaciones que se realizaron en la bajada 71 nunca se
informaron a la opinión pública, nunca se explicaron las causas de la
desaparición del técnico Lucio Filippi, de quien nunca se volvió a
saber, tampoco los bomberos y los servicios de seguridad que acudieron
al lugar pudieron explicar de donde provenía el resplandor ni los gritos
que se oían por todas partes sobre las vías que fueron recorridas desde
Benavídez a Pacheco sin encontrar nada pero oyendo perfectamente los
lamentos y los ayes de dolor, envuelto todo el lugar de extrañas luces
que recorrían los alambrados y las vías en todas direcciones y de los
colores mas extraños... tampoco la empresa explicó porque decidió
desmantelar la cabina de guardia de ese lugar, reemplazándola por dos
torres de vigilancia automática, sin personal.
En algunos meses se olvidó el incidente pero de todas formas los
guardias con perros y los de los cuatriciclos que recorrían regularmente
el perímetro de Nordelta nunca pasaban por las inmediaciones de la
bajada 71, y todos los desperfectos que se producían en las torres de
vigilancia solo eran reparados bien entrado el día, hasta que
finalmente se decidió colocar el alambrado 300 mts. mas adentro del
emprendimiento con la excusa de hacer una pequeña reserva natural para
los animalitos de la vía...
.....................................................................................................................................
Un par de años después de los incidentes de aquella noche, el antiguo
jefe de Germán encontró casualmente a la mujer en el subterráneo,
preguntándole por su marido, la señora, esquivándole la mirada, le
respondió que no sabía nada de él desde que lo habían internado en la
colonia neurosiquiátrica Montes de Oca, porque su nueva pareja le había
prohibido visitarlo...