miércoles, 27 de febrero de 2013

Sandman (El hombre de arena)



Este relato está dedicado expresamente y toma texto original de una charla con el Lic. Daniel Fernández, Sicólogo Clínico e Instructor de tiro Internacional, participante de varios torneos de tiro interfuerzas, Instructor del Centro de Rescate y Defensa, Sicólogo Forense y escritor de artículos en la revista argentina RTA; también a su encantadora esposa, Alejandra Roveda, quienes son testigos oculares de los sucesos relatados a continuación, los mismos se produjeron en la localidad Costera de Villa Gesell durante la década del 90 y continúan en la actualidad.
                                
Villa Gesell, Argentina, Otoño de 2011

Quiso la casualidad que los vaivenes de mi trabajo me llevaran ese frío otoño a la localidad costera de Villa Gesell, lugar donde pasé varios veranos de mi infancia, pero que sin embargo hacía años no visitaba.
Llegué entrada la tarde y una suave llovizna daba una pátina húmeda a todas las cosas; me costó reconocer el lugar, mis recuerdos no coincidían con la nueva ciudad que había crecido tanto a lo largo como a lo alto, muchos grandes edificios me eran totalmente desconocidos, sin embargo., algunos viejos locales comerciales me llevaron a las imágenes de la infancia. Llevado quizá por aquella nostalgia, seguí conduciendo a lo largo de la calle tres hasta dar con una esquina que me era familiar, no estaba seguro que aún existiera, pero si; estaba ahí: era el viejo hotel Aguila Blanca, el lugar donde pasara con mi mujer y mis dos hijos mayores las primeras vacaciones que mi, por ese entonces, flamante vida de casado me había permitido, hacía ya mas de veinte años...
El edificio permanecía prácticamente igual, prolijamente pintado y mantenido, invitaba a desembarcar en él. Detuve el auto en la entrada y bajé mirando alternativamente el mar y la entrada familiar del hotel. Ya en la recepción me recibió un hombre anciano, que de inmediato reconocí como el viejo polaco que regenteaba el lugar la vez que lo había visitado. Me registré por los siete días que duraría mi estadía allí y guarde el auto en la cochera.
Como era tarde decidí cenar en el mismo hotel y me retiré a dormir.
Durante la noche algo me despertó, no estaba seguro, pero sonaba a disparos... a lo lejos, quizá en la playa.
Presté oídos pero no escuché nada, por lo que me dormí nuevamente.
Por la mañana en el comedor donde se servía el desayuno me encontré con una pareja que también se hospedaba allí. Mientras la esposa del dueño del lugar nos servía el café, le consulté si había oído los tiros en la madrugada, a lo que la mujer me respondió con un gesto de desconocimiento. El hombre de la otra mesa me dijo que también los había oído.
Iniciamos una conversación amable que tuve que postergar ya que mis obligaciones me llevaban a reunirme con unas personas a media mañana, sin embargo quedé con la amigable pareja en continuar la charla durante la cena.
Esa tarde, luego de mi cita y de almorzar en una cantina, decidí caminar un poco por la playa para aprovechar la soledad del lugar y relajar un poco la mente y el espíritu con la energía del mar.
Estando allí divisé a lo lejos un grupo de personas que caminaban cerca de la orilla, llevaban algunos objetos que supuse serían cañas de pescar, una observación mas detenida me hizo dudar, de mi bolso extraje un pequeño prismático que siempre llevo en mis viajes y con él pude comprobar que eran armas, posiblemente escopetas, y uno de ellos llevaba un rifle con mira telescópica. Prudentemente decidí ir para el otro lado y salí de la playa cuando pude.
Durante la cena le comenté el hecho al viejo polaco, pero solo me respondió con un gesto enigmático. Cuando se retiró a la cocina, el otro pasajero del hotel que cenaba junto a su esposa me dijo:
-          No te va a decir nada. La gente de acá no habla del tema porque es malo para el turismo, pero nosotros tenemos alguna idea de lo que pasa...
En ese momento entraba la esposa del polaco, por lo que todos seguimos mirando la TV.
Obviamente estaba profundamente intrigado, por lo que invité a la pareja a tomar unas copas de coñac en la barra del hotel antes de dormir.
-          Así que vos tenés una idea de por que andan a los tiros?, le pregunté intrigado a mi nuevo amigo, que se llamaba Daniel.
-          Si, nosotros vinimos a un torneo de tiro que organiza prefectura y entre los fierreros no tenemos secretos, además presenciamos personalmente el fenómeno que asusta a éstas gentes...
A esta altura ya estaba mas que intrigado y mi espíritu inquisitivo me decía que tenía delante de mi una historia extraordinaria.
-          Disculpá Dany, pero podría grabar la charla?, verás, soy escritor y la historia me parece, de entrada, fascinante...
-          Pero claro que si, vos tenés algún problema, Ale? Le preguntó a su esposa que se hallaba junto a él
-          Claro que no, incluso hablar del asunto nos va a exorcizar un poco del susto que nos pegamos aquella vez, de paso quizá él pueda averiguar algo mas...
Por una cuestión profesional suelo llevar conmigo siempre una cámara fotográfica y un pequeño grabador digital que coloqué sobre la mesa que ocupábamos. Afuera la noche se presentaba fría y lluviosa y no se veía ni un alma en la calle.
La siguiente es una transcripción textual del relato de mi amigo:
-          Hace unos años atrás, habíamos venido con mi señora Alejandra, mi hermana Karina y mi amigo de la infancia Pablo, aquí a Gesell, para participar del torneo de tiro que organizaba prefectura en su polígono de la calle 150 y Playa. (Si…y playa, el polígono que en verano es “botero” en invierno se utiliza para la practica de tiro con pistola y carabina). 
 
 
Habiendo participado del mismo y como lo mas lindo de Villa Gesell es cuando “no hay gente”; las playas amplias y el silencio que solo se rompe con el sonido del mar, decidimos quedarnos un par de días mas. El mar de noche se envuelve en misterio, y no hay nada que nos guste más que ir a caminar por la noche a la playa. Ese día, o mejor dicho, esa noche, ya pasadas las 23, decidimos ir a dar una ultima caminata a la playa, ya que tomaríamos el micro para Bs. As a las pocas horas. Era noche clara y despejada que invitaba a mirar las estrellas, por lo que llevamos el telescopio que habíamos usado en el torneo para mirar las estrellas y los barcos que se vislumbraban en el horizonte. Al poco rato de llegar, la noche clara, solo iluminada por la luna (las luces estaban apagadas en casi todas las casas, solo alguna débil luz de las calles, dejaba ver que ya no había turistas ), nos invitaba a ver las estrellas.. Tras enfocar algunas, dibujar las constelaciones con la mano y respirar el fresco aire de la noche, se me ocurre mirar a un costado (a mi derecha) ya que un movimiento me había llamado la atención. “Algo” rompía el suave movimiento de las olas;  pensando que era un perro que se había metido al agua, le pido el telescopio a Pablo y enfoco. Si, parecía un perro saliendo del agua, pero al poco rato su tamaño me pareció algo más grande, su forma era parecida a la de un perro, pero no del todo. 
 
Curioso, lo sigo con el telescopio y veo que sale a la orilla, a unos 100 m. de nuestra posición. Creí entonces que era un lobo marino, pero me pareció demasiado ágil para serlo…ya intrigado lo empecé a seguir mas atento todavía. En ese instante Pablo me pregunta: ¿Qué pasa? ¿Qué miras? , ya que mi cara se había vuelto seria…le digo: “mira para allá”… Qué raro, me responde…que es??? Le paso el telescopio y su cara empieza a transformarse….de la curiosidad pasa algo indefinido y rayano a la preocupación.. o el miedo. Le pido y telescopio y tras “quitárselo” no muy amablemente de las manos enfoco hacia el lugar, ya que la sombra se veía claramente, pero indefinida a simple vista. Lo que vi en ese momento me marco para siempre. Segundos después de enfocarlo, mi señora y mi hermana preguntan: ¿Qué es? ¿Qué pasa?, ya que nuestra actitud se había vuelto de “alerta”. En ese instante, como si nos hubiera escuchado (y pienso que así fue), ese “perro”, se encamina hacia nuestra dirección, pero ya no en cuatro patas, sino que se levanta sobre las traseras como si fuera un humano, pero, juro por Dios, que no lo era!. Las piernas eran mas cortas que lo normal, su torso era ancho (como un físico culturista) sus brazos cortos pero de apariencia fuerte, pero lo mas aterrador eran sus ojos, de un color amarillo intenso (como si brillaran…pero no brillaban).     
          
ESTOS DIBUJOS SON ORIGINALES DE PUÑO DE LOS TESTIGOS SOBRE EL SER VISTO
-          Pablo me quita el telescopio y me dice: “Dejame ver”!!! Su cara comienza a transformarse, esa cosa estaba a unos 80 m de nosotros y venia en dirección firme hacia donde estábamos. Me pregunta: “Estas armado”? , No boludo, le respondo…Para que? Deje todo en el Dpto.!... Vos?, le pregunto yo... NO, tampoco!!!!... Si, habíamos dejado las dos pistolas y nuestro .357 magnum en el Dpto., dentro de los bolsos. (En esas épocas podías salir seguro a caminar de noche…bah, seguro si no te encontrabas con algo así) Le vuelvo a sacar el telescopio y miro ya a unos 70 m. o menos de nosotros, eso se nos venía encima, las chicas, que ya lo veían, gritan: vámonos!!! Y comienzan a ir hacia la calle, que estaba a unos 50 m., donde había luz (tenue y amarilla). Vuelvo a mirar y “eso” se dirigía directo y decidido hacia donde estábamos…pero esa mirada no la olvidare jamás! Era pura maldad, un depredador, puro odio y no se como definirlo, no logro describir la maldad de esa mirada! Mi amigo vuelve a tomar el telescopio mientras decido que era un buen momento para salir de ahí ya que ni un cortaplumas teníamos! La carrera hacia la calle fue la mas larga de mi vida, mi señora siempre recuerda la sensación de hundirse en la arena y no poder avanzar, como si te clavaras y la arena te atrapara a cada paso…lo mismo que sentimos todos. Pablo me grita salgamos ya, vámonos a la mierda!!!! Boludo! Porque no trajiste un fierro?!... Creo que quizás, de estar armados con el .357 lo hubiéramos esperado, porque al ver esa mirada me sentí una presa, y no iba a dejarme atrapar!!!. Corrimos lo mas rápido que pudimos, hasta que llegamos a la calle y después otras tres cuadras hasta la avenida tres, con poca luz y mirando a nuestras espaldas…por suerte, “Eso” no nos siguió…y lo agradecido que estoy!. Al llegar a la avenida, exhaustos como si hubiéramos corrido una maratón nos volvimos a mirar…, los cuatro nos quedamos callados unos segundos, después empezamos todos a hablar al unísono de lo que había visto uno y otro, mas allá de las lógicas coincidencias, lo mas trascendente fue la conclusión, la sensación que esa “cosa”, venía por nosotros…y la maldad que transmitía es inenarrable; aun hoy, después de tanto tiempo, se me pone la piel de gallina al recordarlo, lo mismo que a Pablo, Ale y Karina. Llegamos al Dpto. y “por las dudas”, dejamos las armas a mano. En tres cuadras no cruzamos a nadie y solo había algunas personas en la terminal cuando llegamos a tomar el micro. De mas esta decir, que nunca mas volví a la playa de noche desarmado, y espero estos días tener la revancha de encontrarme nuevamente con esa cosa…para poder sacar de mi cabeza la imagen de esos ojos que continúan erizándome la piel….

Así concluyó la historia mi nuevo amigo... quedé profundamente impresionado por el relato, pero mas aun por la expresión del rostro de los dos.
En la segunda copa de buen coñac, Alejandra agregó:
-          Lo que mas me impresionó a mi fue la decisión de esa “cosa” cuando venía tras nosotros... y los ojos, esos ojos increíblemente lúcidos y crueles, de aspecto perverso... no sé, la cosa mas rara que hayamos visto.
Luego de meditar un rato, dije:
-          Desde luego esta es una historia fascinante... he oído y visto muchas cosas extrañas a lo largo de la costa, pero esta es lejos la mas tenebrosa. Vos crees que esos tiros de anoche y la gente armada tienen el mismo origen?
-          Sin duda, acotó Daniel, en el polígono estuve charlando con los muchachos y me contaron que están tratando de agarrar esa cosa desde hace años...
-          Pero por que la insistencia?, por que agarrarlo y no presentarlo como un atractivo mas para traer gente?... en muchos lugares las casas con fantasmas, cosas paranormales u ovnis son centros atractivos para el turismo...
La pareja se miró a los ojos como dudando en seguir con la charla... Alejandra tomó entonces la palabra:
-          Sabés que pasa? Desde hace unos años algunas personas “desaparecen” sin dejar rastros.. la información oficial es que se ahogan o simplemente que “se van”... pero la voz popular cuenta que este ser arrebata personas de la playa o de calles oscuras cuando afloja el turismo en invierno..
-          Si, agregó Daniel, los muchachos de la PNA tienen registrados varios casos, incluso informes de peritos que hablan de rastros desconocidos y hasta unas muestras de adn, que se encontraron junto a un cadáver de un turista que se halló en la playa, y que no corresponde a ningún animal conocido...
-          La flauta!!! Vaya historia....
Así seguimos la charla hasta tarde, donde continuaron aportándome datos y detalles absolutamente fascinantes (e impresionantes).
Entrada bien la madrugada, nos retiramos a dormir. Al rato, ecos lejanos de disparos, se oía mezclados con la lluvia y el viento...

Dos días después la pareja se marchó y quedé solo como único huésped del hotel. Con el correr de los días me hallé en cierta confianza con el anciano polaco, por lo que pude preguntarle sobre los tiros y los desaparecidos...
-          Sandman, me dijo. El hombre de arena. Malo. Muy malo...
-          Cómo, cómo...? pregunté, sin entender casi, lo que me decía el anciano.
-          El hombre de arena es un ser que no es de la tierra ni del mar, que se alimenta de la gente y que atrapa a las personas solas, las lleva al agua y allí las come... eso es lo que cazan en la playa. Los tiros.
Traté que siguiera hablando, pero el cerrado polaco se dio cuenta tarde que había hablado de mas, quizá influenciado por el vodka con que lo convidaba luego de la cena, y ya no volvió a hablar del tema.
Terminó mi trabajo allá y debí volver a mi ciudad.
Este año mi esposa quiere que pasemos el verano en la playa.
Quizá vayamos.
Pero en mi bolso, además de la cámara y el bronceador, estará mi pistola.

DEIMOS (terror abrumador)

Estación de cría de animales de servicio e híbridos N°17 “Granja Yaguaí”
Río Luján, 10 km al norte del puente Gobernador Mercante

Viernes 2 de Agosto de 1991

Las dos vacas que se habían acercado a beber en el pequeño ancón frente al muelle miraban indiferentes a los dos hombres que allí estaban, mientras mascaban por segunda vez el mismo bocado de pasto flaco del invierno.


El que estaba en la lancha le hablaba al otro en éstos términos:

- Por favor te pido Esteban, no se manden ninguna cagada mientras no estoy, no se pasen de vino y sobre todo presten atención a las burras del pesebre 7, están en fecha de parición y no quiero problemas; mañana baldeen bien con la manguera y desparramen paja seca... en el galpón les dejé dos fardos para los padrillos, pero que no coman todo de golpe que se ponen lerdos

- Quédese tranquilo patrón, mi hermano y yo vamos a hacer buen trabajo... si el lunes vuelven Adolfo y Norberto le aviso?

- Por favor, esos turros deben estar de parranda por ahí... ya me van a oír.

Sin mas arrancó el fuera de borda y de un golpe de acelerador se perdió en un recodo rumbo al canal Las Rosas.

Tanto las vacas, que habían saciado la sed como el otro hombre volvieron a sus cosas.

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Esteban y Sebastián M. quedaron a cargo del establecimiento, la libertad que les daba el hecho de no estar el patrón era deliciosa... esa misma tarde hicieron el fuego para el asado después de hacer las tareas habituales, mas las de los dos que faltaron ese fin de semana... el trabajo era duro pero la paga sería buena y doble, así que ambos sonreían pregustando el gasto de esa cifra.


Decidieron cenar bien temprano por si las burras del pesebre 7 parieran esa noche, así no interrumpían la comida, pero los animales estaban tranquilos y silenciosos, quizá por el recio frío de aquella tarde.

Luego de comer Sebastián se encargaba de los platos, mientras su hermano ordenaba un poco la casilla donde dormían y comían, ésta era un rectángulo de chapas premoldeadas y forradas en madera por dentro, con varias ventanas con rejas, que en un tiempo había tenido ruedas para ser movido de un lado a otro, pero que ya no las tenía y había sido firmemente enclavado al suelo, justo frente a los galpones de los pesebres y los corrales de los padrillos. Todo el lugar era un establecimiento perfecto y bien cuidado gracias al fuerte carácter del patrón que siempre controlaba todos los detalles.

Lo que nadie imaginaba es que aquel sitio se desataría uno de los horrores mas estremecedores de la región.

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La tarde languidecía y ya las primeras sombras se dibujaban en el monte cuando Esteban creyó ver a alguien sobre el viejo paredón del fondo de la estación y que marcaba el límite de la propiedad. Aquel sitio había sido una fábrica de aceite se sábalo en los años 40, pero en la actualidad de ella solo quedaba un viejo muro de adobe que frecuentemente era visitado por excursionistas que detenían sus lanchas en el pequeño ancón de las vacas, desde donde era posible hacer tierra.


El patrón había sido claro: no quería problemas; así que debería pedirle a quien fuera, que se largara de ahí... además aquel lugar era bastante peligroso, del otro lado del muro los viejos tanques semi enterrados estaban llenos de basura y agua y quien se cayera ahí corría serio peligro.

Mientras preparaba el revólver (algunos visitantes se ponían agresivos al pedirles que se retiraran) ambos hermanos creyeron ver una niña –a juzgar por un sombrero raro y el vestido de color verde encendido que lucía...

La “niña” corría sobre el muro que estaba a unos 120 m de donde ellos se encontraban, le gritaban que parara, que era muy peligroso correr ahí, pero la pequeña no hacía caso... en un momento pareció perder pié y cayó al otro lado, en la zona de los tanques. Esteban le gritó a su hermano que corriera al ancón a avisarle a la familia que suponía detenida allí, mientras él corría a rescatar a la niña que no volvía a asomarse por el muro; a medio camino escuchó un grito extraño, mezcla de aullido de perro con grito de mujer, realmente jamas había oído algo así... sin embargo siguió corriendo en dirección al muro.

Al llegar allí le costó trepar por los viejos ladrillos, finalmente llego a extremo y se encaramó para mirar del otro lado...

Supo entonces el verdadero significado de la palabra terror.

Lo que había supuesto una “niña” de vestido verde era un ser de un metro veinte de estatura, de enormes ojos y largas y puntiagudas orejas, de un escamoso color verde yerba y con unas fenomenales garras que estaba usando para atrapar ranas del viejo tanque y de las cuales tenía varias colgando de una vara... al sentirse observado dirigió una feroz mirada hacia Esteban, mientras profería un agudo chillido y comenzaba a trepar en dirección a él, mostrando al tiempo feroces dientes que sobresalían de su poderosa mandíbula.

El peón se soltó del borde del muro y cayó pesadamente hacia atrás, con fortuna tal que el golpe resultó amortiguado en parte por un frondoso arbusto que crecía al pié... enloquecido de terror corría en dirección a la casilla mientras aullaba de miedo, Sebastián, ajeno a lo que acontecía, volvía de la pequeña ensenada y se sorprendió al ver en aquel estado a su hermano.

- Corré Seba!!!... Corre a la casilla!!!!, Apurate por Dios!!!!!

- Que pasa loco?, que pasa??? Gritaba a su vez..

- Metete y no preguntes...!!! corré!!!

Una vez dentro de la casilla, Esteban trabó los cerrojos y calzó el candado, luego, presa de una tremenda inquietud revolvía los cajones buscando los cartuchos de la escopeta de dos cañones del patrón...
                                    

- Que pasa hermano, que viste por Dios???? Que pasa??? Sebastián estaba desconcertado ante la actitud de su hermano...

- Hay algo ahí afuera, Seba, algo espantoso y viene para acá...

- Espantoso? Que es? Un puma...?, contestame hermano...

Esteban no se molestó en contestarle, había hallado los cartuchos y estaba intruduciéndolos en la escopeta recortada, sin lograrlo, debido al gran temblor producto de su miedo.

Justo en ese momento el sol se fue y dio paso al crepúsculo.

Mirando por la ventana Sebastián creyó ver una figura moviéndose hacia la casilla...

- Pero hermano... eso que viene para acá es Paco, ese burro viejo que el patrón no quiere sacrificar...

El viejo asno corría hacia la casilla, era evidente que algo lo había asustado... en ese momento, el ser que tanto había asustado a Esteban, saltó desde algún sitio no visible al cuello del asno, derribándolo en ese mismo movimiento; con un solo golpe quirúrgico y preciso, degolló al animal, que quedó allí, tendido para siempre y pateando el suelo.
                                           

Al ver esto, los dos hermanos gritaron de terror, mientras desde el monte de atrás de la estación de cría un extraño resplandor verde le ganaba a las sombras de la noche.

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Una multitud de seres similares al primero salían desde atrás del muro, brillando sus cuerpos con una extraña luminiscencia color verde y con elásticos saltos que superaban varias veces la distancia que podría lograr una persona, se acercaban amenazadoramente a la casilla...


El primero de los seres asomó sus horribles y enormes ojos por una de las ventanas del lugar, justo al tiempo en que Esteban le disparaba a través mismo de los vidrios; el ser acusó el impacto cayendo violentamente hacia atrás, pero resplandeciendo fuertemente se paró y corrió perdiéndose de vista.

En ese momento todos aquellos seres atacaron al mismo tiempo la casilla golpeando y arañando las paredes chillando y aullando de una manera desconocida.

- Dame el revólver, hermano! Gritaba Sebastián presa del terror

- Tomá, meteles bala!, no dejemos que nos hagan lo mismo que al burro!!!

- Donde está la carabina?, traela también!!!

Mientras los hermanos se repartían la vigilancia de las ventanas (que por suerte tenían rejas) le disparaban a todos los seres que asomaban aquellas cabezas de pesadilla, incluso le disparaban a las paredes calculando el lugar donde estarían los cuerpos de aquellos...

Pronto el ambiente se fue llenando de humo de pólvora y ambos estaban casi sordos por los disparos, pero aquello parecía no tener efecto, ya que si bien impactaban en esos seres, los mismos, luego de brillar intensamente, se levantaban y corrían al monte, apareciendo luego otra vez, y otra, y otra.

En un momento ambos hermanos dejaron de disparar ahogados en el humo de la cordita.

El asedio continuaba, pero así como los disparos parecían no tener efecto, tampoco los atacantes podían vulnerar las chapas de la casilla y entrar.

Los hermanos solo se abrazaron escondidos debajo de una mesa y aferrados a sus armas, llorando de desesperación y terror, mientras afuera continuaba aquel pandemonio de corridas, golpes y aullidos...



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La noche avanzaba... alrededor de las tres o cuatro aquello disminuyó y ya no se oían movimientos fuera del habitáculo. En ese momento los hermanos se relajaron lo bastante como para mirar por una de las ventanas.


Los seres parecían haberse marchado, solo las luces (que se encendían automáticamente) se bamboleaban con el viento. En ese momento una suave llovizna comenzó a caer. Nada se oía fuera del viento.

Solo entonces y luego de aquel terrible tiroteo los hermanos tuvieron voluntad de hablar.

- Que fue eso, por Dios?, que son esas cosas?

- No sé hermano, contesto Esteban, no se... pero nos salvamos de casualidad.

- Nos salvamos?... todavía no es de día y el patrón viene pasado mañana.. que vamos a hacer?, la radio está en la oficina del galpón uno, pero no me animaría a ir allá.

- Tenes razón, no se... veremos que pasa de día, notas que no se oye nada desde los pesebres? Que habrán hecho con los animales?

A unos treinta metros de allí, el cuerpo del viejo asno muerto les recordaba que no era saludable salir, por otra parte el solo ver la casilla atravesada de balazos, bastaba para estremecerlos de inquietud.

- Dame un cigarrillo, pidió Sebastián

- Tomá, no sabés en cual galpón esta el bote de Norbe?

- En el dos, pero llevarlo al río no podemos

- Pero si quedó alguna burra o alguno de los caballos de servicio si

- Y si los mataron a todos?

- No creo, escuchá....

A lo lejos se oía el rebuzno inquieto de las burras y los asnos, pero no se veían de allí los corrales de los caballos, así que no sabían que había sido de ellos.

Las horas transcurrían lentas, y ya había amanecido cuando se escucho claramente el motor de una lancha.

Ambos hermanos quitaron los cerrojos y corrieron, armas en mano hacia el muelle.

A los gritos llamaron a los ocupantes de la lancha, que al ver a esos dos hombres armados aceleraron y se perdieron en una arriesgada maniobra detrás de un meandro del río.

Ambos volvieron a encerrarse en la casilla presas de la desazón, sin embargo aquella maniobra dio frutos, ya que los de la lancha habían dando parte a la prefectura y en dos horas dos lanchas de la misma atracaban en el muelle del ECAS.

Los uniformados encontraron a los hermanos encerrados en la vivienda y les costó que les abrieran, si bien los conocían como empleados del lugar, la sola vista de la cantidad de disparos que presentaban las paredes los había puesto en guardia.

Al escuchar la versión de los peones dieron parte a las autoridades que en alguna horas inundaron el lugar de investigadores y forenses.

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El saldo de aquella terrible noche fue de cinco animales muertos y con extrañas mutilaciones; les faltaban los ojos izquierdos, el pabellón auditivo, los genitales, lenguas y otros órganos; ninguno de ellos tenía una sola gota de sangre.


Los veterinarios determinaron como desconocido el método de disección y que sin duda no podía haber sido hecho por aquellos peones, ya que demostraban un gran conocimiento anatómico y precisión quirúrgica. El único animal que parecía haber sido muerto con saña, era el viejo asno que estaba degollado pero entero, cerca de la casilla.

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Esteban y Sebastián nunca volvieron a trabajar en el Ecas, hoy día lo hacen en un establecimiento rural de Capilla del Señor, y aún se les aflauta la voz de inquietud y se le pone la piel de gallina al recordar aquellos sucesos. Nunca salen al campo desarmados y jamás lo hacen de noche.


El dueño del establecimiento remató los animales que le quedaban, ya que los mismos sufrían de gran apatía y tristeza y se negaban a comer, también terminó vendiendo finalmente el establecimiento al no conseguir peones que aceptaran quedarse en el lugar por las noches, ni siquiera a doble sueldo.

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Hoy día se desarrollan otras actividades allí, muchos de los pesebres y corrales fueron desmantelados, pero la casilla, mudo testigo de aquella terrible noche aún está allí, si bien fue reparada y pintada, una revisión de cerca permite ver los agujeros producto de aquel infernal tiroteo. Al ser consultados los peones que hoy trabajan allí, explican eso como un intento de asalto a los viejos dueños, pero no pueden explicar por que todos los disparos fueron hechos desde dentro.